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Sugerencia de la semana: Noche en el hotel, Slawomir Mrozek (microcuento)

viernes, 30 de abril de 2010

De lo que le sucedió a un hombre bueno con su hijo...del infante Don Juan Manuel




....El Conde Lucanor, del infante Juan Manuel, es una clásica recopilación de cuentos cuyo objetivo primordial es dar una enseñanza por medio del ejemplo. El conde siempre solicita consejo a su administrador personal, Patronio, y éste le relata una leyenda de la que su patrón extraerá una enseñanza que le ayudará a resolver sus inquietudes o problemas. Es un libro medieval, escrito en castellano antiguo, muchas ediciones vienen con las dos versiones, castellano antiguo y castellano actual. Es un tanto pesado para leer debido a los rodeos y a la gran extensión que se le concede al discurso introductorio de la leyenda y al discurso moralizante al final de ella, siendo que con el relato mismo bastaría para extraer la moraleja, pues está tácita. No obstante estas incomodidades que todo lector encuentra al toparse con un texto antiguo, la grandeza imaginativa de las leyendas resulta incuestionable.
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....Hay una en especial que, al leerla, me redondeó de manera certera una sensación que me inquietaba cuando era niña y ya empezaba a vislumbrar esa faceta ambigua de la "verdad", esa intuición que me decía que muchas realidades son sólo construcciones subjetivas, que si todas las realidades son reales por igual, ninguna puede serlo de manera definitiva... A veces los adultos se contradecían bastante... Para mi tía A. apreciar un regalo era procurar que no se destruyese, ni desgastase, que estuviera preservado en un lugar seguro, guardado, lejos del ajetro y protegido del polvo, quizás por un nylon, esa era la actitud esperable de una niña que realmente aprecia su regalo. En cambio, para mi tía L. el aprecio de una niña ante un obsequio se manifestaba en el uso que ésta le diera a ese objeto sin preocuparse por el desgaste que el uso le produjese, ya sea una prenda de vestir, un juguete, unos aretes, una cajita musical... Esas pequeñas cosas desarrolladas en cientos de situaciones distintas hicieron que desde chica prefiriese, ante la diversidad de criterios de los adultos, los libros de cuentos y lo que ellos sugerían. Buscaba encontrar en ellos ¿alguna verdad incuestionable? ¿algo concreto a lo que aferrarse? ¿algún sentido común que redireccionase las directivas disímiles que recibía?
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....Quién sabe... Creo que la única verdad que encontré, incuestionable, me la dio este cuento que siempre se me viene a la mente, porque creo que me identifiqué con la situación que en él se presenta. Hoy lo he buscado para releerlo, la mente desdibuja lo que lee con el tiempo, los recuerdos no son perfectos y parece que se gastaran mientras más los usamos, porque los reformulamos de maneras distintas en cada evocación y el resultado final, casi siempre, tiene alguna que otra distorsión. Asi que he ido a la fuente para refrescar este cuento que me parece muy ingenioso, perspicaz, sabio y vigente. Para aquellos que sufren por las opiniones ajenas o lo que de ellos piensen sus seres queridos (no es mi caso, pero alguna vez, cuando niña, lo fue) aquí pego el fragmento central, evitando la introducción y la manifiesta moraleja final. Pienso como Monterroso acerca de la inutilidad de las moralejas (ese fragmento agregado al final, especie de anagnórisis, de "pasado en limpio" de la enseñanza). Monterroso dice: ninguna fábula es daniña, excepto cuando alcanza a verse en ella alguna enseñanza. Más que dañina, yo diría que es cansina, por redundante, cae como un sermón final que estorba la tarea del lector de extraer por sí mismo el sentido del texto. De todas maneras, es lo que en la época se estilaba, cumplía una función aleccionadora eficaz tal vez, y el consejo de Monterroso regiría, supongo, para las fábulas modernas. Bueno, aquí está el II cuento del Conde Lucanor:

"Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo"
 
....»Este buen hombre y su hijo eran labradores y vivían cerca de una villa. Un día de mercado dijo el padre que irían los dos allí para comprar algunas cosas que necesitaban, y acordaron llevar una bestia para traer la carga. Y camino del mercado, yendo los dos a pie y la bestia sin carga alguna, se encontraron con unos hombres que ya volvían. Cuando, después de los saludos habituales, se separaron unos de otros, los que volvían empezaron a decir entre ellos que no les parecían muy juiciosos ni el padre ni el hijo, pues los dos caminaban a pie mientras la bestia iba sin peso alguno. El buen hombre, al oírlo, preguntó a su hijo qué le parecía lo que habían dicho aquellos hombres, contestándole el hijo que era verdad, porque, al ir el animal sin carga, no era muy sensato que ellos dos fueran a pie. Entonces el padre mandó a su hijo que subiese en la cabalgadura.

....»Así continuaron su camino hasta que se encontraron con otros hombres, los cuales, cuando se hubieron alejado un poco, empezaron a comentar la equivocación del padre, que, siendo anciano y viejo, iba a pie, mientras el mozo, que podría caminar sin fatigarse, iba a lomos del animal. De nuevo preguntó el buen hombre a su hijo qué pensaba sobre lo que habían dicho, y este le contestó que parecían tener razón. Entonces el padre mandó a su hijo bajar de la bestia y se acomodó él sobre el animal.

....»Al poco rato se encontraron con otros que criticaron la dureza del padre, pues él, que estaba acostumbrado a los más duros trabajos, iba cabalgando, mientras que el joven, que aún no estaba acostumbrado a las fatigas, iba a pie. Entonces preguntó aquel buen hombre a su hijo qué le parecía lo que decían estos otros, replicándole el hijo que, en su opinión, decían la verdad. Inmediatamente el padre mandó a su hijo subir con él en la cabalgadura para que ninguno caminase a pie.

....»Y yendo así los dos, se encontraron con otros hombres, que comenzaron a decir que la bestia que montaban era tan flaca y tan débil que apenas podía soportar su peso, y que estaba muy mal que los dos fueran montados en ella. El buen hombre preguntó otra vez a su hijo qué le parecía lo que habían dicho aquellos, contestándole el joven que, a su juicio, decían la verdad.




....Supe después que este cuento es una adaptación de una fábula de Esopo  llamada El anciano, el niño y el burro. En vez de mula, Esopo presentaba un burro, y no sólo se limitaba a las cuatro posibilidades expuestas aquí (la de ir hijo sobre lomo de mula, padre sobre lomo de mula, ninguno de los dos o ambos), sino que extendía las posibilidades y presentaba a los personajes llevando la mula a cuestas, por ejemplo...

martes, 27 de abril de 2010

Guía triste de París, Alfredo Bryce Echenique


....Este librito es una recopilación de cuentos, algunos publicados en revistas, otros en diarios, y algunos escritos para el fin, como bien lo explica el autor en la introducción. Guía triste de París muestra el aspecto menos promovido de París, el lado menos amistoso y glamoroso, la realidad de los estudiantes, de los artistas y aficionados que viajan a Francia en la década del sesenta, como Bryce, quizás con la finalidad de nutrirse de lo que aflore en la capital del arte, quizás para buscar el éxito, o por el simple placer de poder decir estuve en París, y se encuentran con una realidad difícil de digerir. Hoy por hoy se le ha puesto un nombre a esto: síndrome de París ....¿Sería este síndrome moderno lo que ya estaba advirtiendo Bryce en los que viajaban a París en espera de un mundo paradisíaco? Dado que se ha comprobado sólo en japoneses, pensemos que no, pues los personajes de Bryce son casi todos peruanos. Peruanos y latinos, algunos privilegiados disfrutan de un lindo atelier en pleno corazón de la ciudad por un tiempo, y hasta gozan de becas, que luego caducan, claro; otros se acomodan en pequeños espacios y viven con menos de lo que pueden ....Es un desfile de personajes, nacionalidades variadas, pero siempre latinos, latinoamericanos que reman para subsistir, que viven a otros o que los viven a ellos, les va bien, o les va mal, que se vuelven cabizbajos a su país de origen, que se afrancesan, que imitan hasta el más minimo dejo parisino del idioma, que intentan confundirse con la población, que se decepcionan, etc. ....Catorce cuentos para disfrutar. En el primero Bryce nos da un don Juan limeño que fracasa como nunca en Paris en su arte de chamuyar mujeres. El segundo trata de Verita el optimista, un peruano que se enamora de una alemana y sufre una decepción tremenda (contarla sería descubrir el final shockeante del cuento) Le sigue la historia de Parodi, un pintor "inédito" que pinta cuadros que no caben en su departamento y que se encuentra en París con una mujer a la que siempre deseó, pero que ha cambiado mucho desde ese entonces... La cuarta historia es la del gato Antúnez, un cusqueño, escritor inédito, delgado, una persona tímida, de gestos finos, que pronto se une al partido de izquierda y las obras literarias que lee son reemplazadas por Marx, Engels y Mao, y se convierte en un gordo irascible y bebedor. ....Chateau Claire es uno de los que más me gustó, el relato de un tipo que traba amistad con otro que tiene dinero y juntos van al casino. El primero le presta dinero al segundo, y el segundo comienza a ganar, pero el primero a perder, de modo que pronto el primero le pide prestado al segundo, para continuar jugando. Lo que el segundo gana pronto se hace inversamente proporcional a lo que el primero pierde, y, así, se van sin un centavo del casino preguntandose quién debe a quién. Es un cuento muy bien narrado y con mucho humor. ....Retrato de escritor con gato negro es el que más me gustó, definitivamente y, aunque concuerdo con Bryce cuando dice "acabo de arruinar Retrato de escritor con gato negro", (pues creo que esa segunda parte agregada excede y apaga la magia del relato) lo mismo el cuento mantiene cierta incertidumbre flotando, algo que a partir de una situación simple y cotidiana (un detonador), como cualquier otra, saca a flote un sin número de asuntos desconocidos por el propio relator, o sea, el protagonista, pues está contado en primera persona. Una pareja en un departamento en París tiene un gato negro y feo, que además es viejo y que fue traido por ella porque su jefe ya no lo quería. Ahora es ella la que pone una condición a su esposo: o el gato o yo. De este relato cito aquí un fragmentito que ejemplifica la agudeza descriptiva que pone en juego para plasmar los rasgos esenciales de la gente: Betty sólo le hace favores a los que están por encima de ella, jamás a alguien que está por debajo (...) Cuando más arriba está la persona, más humillante es o puede ser el favor que Betty le hace. ....Lola Beltran in concert, otro buen cuento en que el personaje principal conoce a una muchacha primitiva, salvaje y tierna, que hacía enormes esfuerzos por vender pasajes sin que se notara que lo único que deseaba era estar en otra parte, siempre a la que le trae souvenires de los más variados destinos a los que viaja, pero en vez de ir con ella a un concierto pierde la oportunidad por esperar a un amigo que, en realidad, no lo necesita... ....En El carísimo asesinato de Domingo Perón se nos presentan dos personajes, uno peruano y pintor, que colecciona frasquitos de nescafé, y un salvadoreño del que no se sabe bien a qué se dedica. Ambos conviven en un departamento y andan sin plata, un día se encuentran con tres desconocidos, argentinos, que les proponen asesinar a Domingo Perón... ....Las porteras nuestras de cada día habla de la hostilidad de las porteras de los edificios parisinos para con sus huéspedes latinos (la xenofobia en otros contenida, es manifiesta en ellas), la forma en que se guardaban la correspondencia, entregándola sólo a cambio de aumentos de propinas. Hipócritas, mallevadas, despectivas e inexcusablemente descorteses, nos son enumeradas con nombres y pormenores una serie de mujeres que pasaron por porteras en la vida del narrador (ojo, dije narrador, no autor, si le pasó al autor, no me consta, por cualquier duda, consultar aquí diferencia narrador.vs.autor ) Por el juego característico de Bryce de mezclar autobiografía con ficción y viceversa, nunca sabremos si las anécdotas y pareceres de sus personajes fueron acaso los suyos, pero a veces, ciertos pasajes, son más que convincentes. ....La gorda y un flaco. La protagonista aquí es una mujer de clase media-alta venida a menos, mucho a menos, de veras. Fea, gorda y de mal carácter, la gorda Queta pesca a un pobre panadero para casarse. Lo convierte en un súbdito suyo, siempre haciéndolo sentir inferior, subestimándolo hasta la humillación. Un día, teniendo sus hijos ya adolescentes, el padre de familia decide humildemente retirarse y, como quien no quiere la cosa, invita a sus hijos a irse con él. ....La gorda se queda sola y, para matar su soledad, organiza fiestas en su piso de edificio a las que asisten estudiantes y artistas, fiestas estas, de la cuales se queja permanentemente un flaco que vive en el piso superior. Hasta que por fin es invitado. Toda una anécdota divertida y dramática a la vez. ....Deep in a dream of you Una historia tierna, ambigua, sobre el amor de un hombre maduro con una adolescente. Un hombre que se debate entre el cariño estable que le despierta el recuerdo de su ex esposa y la pasión que lo empuja a buscar a la niña. ....Debbie lágrimas, Madame Salomón y la ingratitud del alemán El narrador protagonista es un anciano con demencia senil al que una jovencita cuida. Él confunde nombres y rostros, pero su historia se deja entender claramente, es una especie de raconto enmarañado, de tiempos cortados, retrocesos, fugas hacia el presente inmediato y re descubrimientos. ....El primer libro que leí de Bryce Echenique fue Un mundo para Julius, grandioso libro, que me dejó encantada por la manera tierna y a la vez ácida de criticar la realidad con sólo mostrártela, sin necesidad de especificar el objeto de crítica ni el sentido. Se me ocurre que su lenguaje es seductor, modesto, como si te hablara bajando la mirada para que no le perturbe la opinión de tus ojos. Da la sensación de que no se sabe superior, a pesar de que recurre mucho a las citas e intercala frases en otro idioma en sus relatos, éstas ocupan un lugar preciso dentro del texto, son necesarias por el contexto en que surgen, son soportes que ayudan a precisar la idea o situación, no son adornos o simples muestras de erudición, vicio común en muchos literatos. Bryce es capaz de concebir dos puntos discrepantes, de mostrar el todo, al punto de hacer sentir que no toma parte en el asunto, que no escoge un lado. No quiero decir con esto que sea un Flaubert, no, nada más lejano, sino que su criterio hay que definirlo por la escena que nos muestra más que por la opinión que expresamente nos declara. Los hechos que elige contar son los que exponen su posición. En su lenguaje se busca ser natural, no es un escritor acartonado, la espontaneidad y las formas cotidianas del habla construyen su prosa; el empleo de los diminutivos, frecuentes en el habla del Perú, dulcifican la escritura y le confieren un carácter humano. ....En sus libros lo recurrente es la ruda crítica a la clase alta vista desde el interior de la misma, los roces entre las clases, las inconsistencias de los que adhieren al partido de izquierda (en una época en que está de moda entre los intelectuales formar parte de él) y la inconsecuencia entre actos e ideas. La facilidad que tiene para amalgamar realidad y ficción con su dosis exacta de humor, ironía y tragedia es incomparable. En algún libro o en algún film leí u oí a alguien describir a Bryce así "es uno de los escritores más queridos del Perú, no el mejor, pero el más querido" Quizás le gane Vargas LLosa en esto de ser mejor, o al menos en celebridad, para mí son demasiado disímiles sus estilos como para cotejarlos. La lectura de Bryce despierta cariño hacia su autor por la sinceridad con que se despacha, la espontaneidad con que emerge, la dosificación cuidadosa de su ironía y las anécdotas altamente convincentes. Al leerlo, pensamos "son cosas perfectamente sucedibles"
....Como los niños y los borrachos, Bryce no hace más que decir la verdad. Pero ojo, mejor borracho conocido, que alcohólico anónimo(*)
....Aconsejo este libro por la calidad de su forma y fondo, así como también Un mundo para Julius (el mejor que he leído hasta ahora de él), La vida exagerada de Martín Romaña y Doce cartas a dos amigos, que son los que he tenido el gusto de leer hasta ahora.
....Quizás relea Un mundo para Julius y suba un post de esa espectacular obra, es un libro demasiado fenomenal como para quedar reducido a simple cita en el post de otro libro, por más que dicho libro pertenezca al mismo autor.
....Adoro a este escritor, sus ocurrencias, su gran capacidad asociativa de ideas, su imaginación para crear situaciones embarazosas y la forma en que suavecito, como si nos estuviera hablando al oído, nos desliza una crítica, con cuidado, para que no nos ofendamos si por casualidad pertenecemos al grupo de personas al que le cae el martillazo.
....Queda garantizada la carcajada en varios puntos de la lectura de este libro.
(*)Doce cartas a dos amigos, Alfredo Bryce Echenique
Más bibliografía sobre Bryce Echenique: De la memoria al desencuentro

lunes, 19 de abril de 2010

El carretero de la muerte, Selma Lagerof


    Una de las obras más conocidas de la sueca Selma Lagerof (1858-1940), fue publicada en 1921 y llevada al cine con el nombre de El carro fantasma. La temática versa acerca del más allá, de los condicionamientos socio-económicos que marginan, y la falta de consideración al otro de una sociedad desacralizada que se presta a la agresión y confunde frecuentemente la decadencia ética y moral y sus consecuencias terribles con sinónimos de libertad, audacia, virilidad. ...Desarrolla una leyenda que sostiene que, todos los años, el último día del año, día de San Silvestre, pasa el carretero de la muerte (que es un ayudante de la muerte, un alma condenada a recoger las almas que parten de este mundo) a buscar al último que muera antes de terminar el año, pues éste deberá relevarlo de su puesto y ocupar su lugar. 
    Llena de diálogo, es una obra casi escrita en su integridad en estilo directo. ...Selma Lagerof, tambien escrito Lagerlof, yendo contra el imperante naturalismo (a saber, exacerbado realismo) de la época vuelca su interés en los temas menos comprobables, más inasibles, como lo es el mundo de la vida una vez que caduca el cuerpo. Sus obras retienen las formas básicas del romanticismo, actitud esta que se opone radicalmente al descarnado realismo en alza. Es una persona luchadora de los derechos feminos, libre aunque su vida privada fuera blanco de controversia al correr rumores sobre su supuesta homosexualidad. A Selma no le escandaliza la falta de observasión a leyes morales estatuidas, lo que la angustia es el vacío espiritual emergente de una sociedad cada vez más material, frívola y emocionalmente helada. Aunque los rumores acerca de su condición sexual fueran ciertos, esta elección no comprometería los principios básicos de respeto al prójimo y de dignidad humana que promueve su pluma. En 1909 recibe el premio Nobel de literatura, siendo la primera mujer en obtenerlo, se convierte en una escritora clave de la literatura sueca.
    En el libro de que hablo nos muestra dos personajes antagónicos. En primer lugar, una monja joven, enferma, que agoniza, cuya vida dedicó por completo a los pobres, enfermos y marginados, oprimida por el remordimiento de lo que quiso hacer para bien y salió mal, puntualmente el hecho de haber reunido al libertino David Holm con su esposa nuevamente, y es aquí donde la escritora cuestiona la conveniencia de seguir estrictamente las reglas de la buena costumbre y la ética vigentes, pues sor Edith al juntarlos nuevamente, sólo consigue que la esposa e hijos recaigan en el abandono y maltrato del que acababan de salir y reponerse. La desesperada esposa casi envenena a sus hijos y se quita la vida a sí misma para escapar del círculo de dependencia y miseria en el que se ve cercada al readmitir a su marido por intercepción de la monja. En segundo puesto encontramos el personaje de David, que contrasta con el de la religiosa, un hombre casado, rebelde, delincuente, inmoral por completo, mal padre, peor esposo, abandónico, borracho e iracundo, sin ningún tipo de remordimientos ni culpas, que muere el día de San Silvestre, último antes de terminar el año, y se niega tercamente a recibir el carro de la muerte condenando a su conductor a prolongar su estadia y a arrastrarlo consigo en su tarea de desencarnar a los moribundos. David Holm, el rebelde que se niega a recibir el carro, descubre, tras la visita a la casa de la agonizante monja Edith, que ella lo adora a pesar de su vida caótica, lo toma de sorpresa saber cuánto está ligado su accionar a la vida de esta simple mujer y cuánto daño, sin saberlo, le ha causado a la misma. La trama va progresando y, paulatinamente, el alma dura y la actitud severa de David Holm van perdiendo fuerza. 
    David Holm está muerto, es su fantasma junto al del antiguo carretero los que llegan para terminar con la agonía de sor Edith y, esta mujer, que hace horas que pide como último deseo que le traigan a David Holm para poder hablar con él, lo ve de pronto, única que puede percibirlos a los pies del lecho de muerte... y confiesa estar enamorada de él, con toda la polémica que implica el amor a un hombre para una religiosa que intenta reservarse exclusivamente al amor divino. 
    Una obra inofensiva en todo aspecto, inocente, cálida, de marcado carácter cristiano, con un responsable y reflexivo mensaje ético.
    El film es mudo, lo cual no se condice muy bien con la trama netamente dialogal y fluida del libro. Yo lo he leido de esas ediciones Nuevo siglo, uno de esos libritos pequeños que están en cantidades a dos pesos (moneda argentina) en casas de libros de segunda mano e incluso en librerías. Para que se den cuenta de cuáles hablo, esos que en el extremo inferior de la carátula llevan impreso Biblioteca 100 x 100, que es el nombre de la colección.

viernes, 9 de abril de 2010

Los relojes, de Agatha Christie

    Es imposible aburrirse de este libro y declinar la lectura una vez comenzado. La curiosidad mata al lector, la consabida pregunta de todo policial apremia: ¿quién es el asesino? 
    Escrito de momentos en tercera persona y por ratos en primera (cuando el investigador Hardcastle toma la palabra o cuando lo hace su colega y amigo Colin Lamb que, dado el azar, también oficia de testigo)la trama nos va envolviendo en un intrincado laberinto en el que, cada vez, resultan más personas involucradas. 
    Sheila Webb, una taquimecanógrafa, desempeña su trabajo en una empresa que se encarga de proveer de este servicio a quienes lo soliciten. Una mujer, que se identifica como Miss Pebmarsh, llama solicitando el servicio, pide especialmente por ella, deja explicito que la muchacha entre a su apartamento y la espere unos minutos de no haber llegado aún, la puerta estará abierta... 
    Así lo hace Sheila Webb, entra en la casa del cliente que ha pedido por ella a la hora pactada. En la sala de estar halla el cadáver de un hombre. Su cliente llega tras ella, se trata de una mujer ciega que, por poco, tropieza con el muerto. Sheila da un grito de terror y sale disparada del departamento, corre shockeada y se choca con un hombre: Colin Lamb, un agente secreto que, curiosamente, merodea por el lugar buscando cierto número que no logra encontrar en la calle Wilbraham Crescent. 
    Es asignado el caso al detective Hardcastle. En la escena del crimen hay cuatro relojes ajenos a la dueña del inmueble, la cual niega conocer al muerto y las circustancias que lo llevaron hasta allí. Miss Pebmarsh también niega haber hecho llamada alguna al Canvendish Secretarial & Typewriting Bureau para pedir una taquimecanógrafa, asi como también niega conocer a Sheila Webb. 
    El pasado personal de Sheila Webb lleva a sospechar de ella. Hardcastle se centra en la vida de Sheila. También interroga detalladamente a los vecinos del lugar. Hardcastle, hablando en primera persona, nos hace saber lo que piensa de cada uno de los testigos y nos pone de manifiesto su habilidad para distinguir arquetipos humanos. 
    Por supuesto, el caso no cierra por ningún lado, se plaga de elementos excéntricos, se complica con dos crímenes más, y termina siendo desentrañado por Hércules Poirot quién, ya retirado, escucha con atención la información que le administra Colin Lamb y lee con detenimiento los papeles del caso que se le proporcionan. Cómodo, en su casa, en su butaca, cierra los ojos, junta los dedos y medita. 
    Hay que escuchar con mucha atención a los vecinos... Alguien dio una clave y a Hércules Poirot no se le escapa. 
    A mí, simple lectora, sí. Necesité regresar a la página en donde la pista se hace evidente. 
    Al final , por supuesto, Hercules Poirot revela quién fue el asesino, por qué y cómo encajan las diferentes piezas, inconexas hasta ahora, del crimen.
    Es de rápida lectura, créanme, la rapidez es proporcional a la curiosidad del lector.

viernes, 2 de abril de 2010

Miera, de Antonio Gálvez Ronceros

Este cuento del peruano A.G.Ronceros me pareció fantástico, una cuota de humor, un poco de drama, una nota de color local, y el tinte de denuncia social que, he visto, se repite en sus cuentos. Su leitmotiv parecen ser el trabajador y las miserias de la vida, la sabiduria cotidiana, pero siempre centrándose en las clases obreras, en los sectores desprotegidos o marginados. Cuentos sin duda realistas y costumbristas, en los que se exponen, mayormente, los pesares de los campesinos, muchos de los cuales pertenecen a la cultura negra del Perú.
He aquí un ejemplo de ellos: Miera


Miera


En el camino que lleva al sembrado de camotes el negro Don Andrés supo que en los últimos días el caporal Basaldúa se había puesto a hablar feas cosas de él. Mientras compraba plantas en el sembrado y llenaba de camotes los serones de su burro le dijeron lo mismo. Entonces no aguantó más: trepó al burro de un salto y enderezó por un atajo hacia la casa del caporal. Pero ahí le dijeron que se había ido a vigilar unos riegos en la Punta de la Isla y que volvería una semana después. Sin decir nada pero aguantándose, don Andrés regresó rápidamente a su casa, se bajó casi arrojándose del burro, lo dejó plantado con los serones cargados, se metió corriendo en la primera habitación y llamó a su hija mayor:

—¡Pátora! —los labios se le habían hinchado y parecían pelotas. Saliendo de la habitación contigua, Pastora se presentó alarmada.

—Pátora, tú que sabe equirbí, hame una cadta pa mandársela hata la Punta e la Ila a ese caporá Basadúa, que nueta acá y sia ido pallá depué quiabló mal de mí. Yo te vua decí qué vas a poné en er papé.
—Ya, tata, vua traé papé y lápice —dijo la hija. Se metió en lo interiores de la casa y poco después regresó.
—Ponle ahí, Pátora—dijo don Andrés—, que su boca es una miera, que su diente es ota miera, su palaibra un montón de miera…Miera esa mula que monta. Miera su epuela. Miera su rebenque. Miera el sombreiro con quianda. Miera esa cotumbe e miera diandá mirando trabajo ajeno…Léemela, Pátora, a ve qué fartra.
Cuando la hija acabó de leer, don Andrés tenía un gesto de duda como si ya no confiara del todo en sus propias palabras
—Oye, Pátora—dijo finalmente—quítale un poco e miera a ese papé.