Emilia Pardo Bazán (1851 - 1921)
«De uno de los tapiales Rojo oyó como si brotase un hervor de palabras confusas; tenían, en su turbia articulación algo de blasfemia y algo también de queja y lamento amarguísimo. Sintió un impulso compasivo, mezclado a esa sugestión de la vanidad que nos dice, en presencia del infortunio que podemos aliviar: "Aquí eres necesario; aquí sirves; aquí vales".» La piedra angular, 1891
Liliana Colanzi (1981 - )
"Q’encha. El chico era q’encha, eso debió haberlo notado desde el momento en que vino su madre a dejárselo. Debía tener trece, catorce años a lo sumo. Era un caso curioso, incluso insólito: para haberse criado en el campo no sabía ni acarrear el tacho de la leche. Sus piernas parecían hechas de mantequilla, posiblemente un síntoma de desnutrición. Y no se daba bien con los animales: el caballo relinchó y lo tiró al piso al primer intento de montarlo. Debió haberlo devuelto a su madre ese mismo día.Pero una vez más se había dejado arrastrar por el deseo de mostrarse generoso, magnánimo, delante de esos pobres diablos"
Meteorito, 2016