.

Sugerencia de la semana: Noche en el hotel, Slawomir Mrozek (microcuento)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Las intermitencias de la muerte, José Saramago


    De repente en el país (un país sin nombre, porque puede ser cualquier país) la muerte cesa su actividad. Nadie muere. Lo que al comienzo es motivo de alegría y jolgorio, no tarda en mostrar su lado menos amable. Todos aquellos negocios que lucran de la muerte (seguros de vida, empresas funerarias, etc.) caen en bancarrota. Crece la población, en demasía. Los agonizantes no tienen cómo escapar de su agonía perpetua. A este tipo de pacientes se les da un diagnóstico: muerte parada. En los hogares de la tercera edad los ancianos se hacinan en condiciones deplorables. 
    Diálogo telefónico entre el primer ministro y el cardenal:   
    "Cardenal: Sin muerte, óigame bien, señor primer ministro, sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay iglesia [...] cómo se le metió en la cabeza que dios podía querer su propio fin, es una idea absolutamente sacrílega 
    Ministro: Eminencia, por favor, créame, fue una simple frase de efecto, destinada a impresionar, un remate de discurso [...] sabe que la política tiene esas necesidades. 
    Cardenal: También la iglesia las tiene, señor primer ministro, pero nosotros meditamos mucho antes de abrir la boca, no hablamos por hablar, calculamos los efectos a distancia, nuestra especialidad, si quiere que le dé una imagen que se comprenda mejor, es la balística. [...] 
    Ministro: Qué hará la iglesia si nunca más muere nadie. 
    Cardenal: La iglesia, señor primer ministro, está de tal manera habituada a las respuestas eternas que no puedo imaginarla dando otras 
    Ministro: Aunque la realidad la contradiga 
   Cardenal: Desde el principio no hemos hecho otra cosa que contradecir la realidad, y aquí estamos ....Ministro: Qué dirá el papa
    Cardenal: Si yo lo fuera mandaría poner en circulación una nueva tesis, la de la muerte pospuesta. ....Ministro: Sin más explicaciones.
    Cardenal: A la iglesia nunca se le ha pedido que explicara esto o aquello, nuestra otra especialidad, además de la balística, ha sido neutralizar, por la fe, el espíritu curioso. "
    Pronto una familia doblemente afectada por la huelga de la muerte (con abuelo y nieto en condiciones de muerte parada) toma una iniciativa que sienta precedentes: en un acto caritativo, lleva a sus infelices moribundos a cruzar la frontera. Pues el desempeño de la muerte sólo se ve afectado dentro del perímetro del país. 
    Esta acción desata una seguidilla de casos en los que las familias llevan a sus enfermos terminales con muerte parada afuera de la frontera para que puedan expirar, dejar de sufrir. Una mafia de traficantes de pacientes no tarda en aparecer y sacar provecho de la situación. 
    Los problemas entre los países a causa de este entierro clandestino de muertos ajenos se convierte en un conflicto político. Los dilemas no pueden ser solucionados bajo amenaza de muerte, pues ésta última ya no existe. El chantaje aqui deviene en la amenaza de un coma permanente.
    El resultado final es que a todos les conviene que la muerte regrese (enfermos, ancianos, comerciantes, filósofos, políticos, Iglesia, etc). Hasta que ésta, finalmente, manda una carta anunciando su regreso.
    Las pesquisas para dar con la muerte, (que es en minúscula, como ella misma se hace llamar en la misiva), para hallar su paradero, para dar con ella, están contadas con un toque de comicidad.
    La humanidad sigue enojada con la muerte a pesar de su regreso o por su regreso, pero más que nada, porque ha cambiado su modus operandi. Intentado ser más humana, la dichosa muerte ha implementado un método de aviso. Manda una carta en sobre violeta a los que serán privados de la vida con ocho días de anticipación para que tengan tiempo de hacer sus trámites terrestres y de despedirse de sus seres queridos. Pero esto no hace más que causar pánico y sumir a la población en un estado de paranoia continua. 
    Cuál no será el asombro que sufrirá esta entidad llamada muerte cuando, una de las cartas de aviso anticipado, le venga devuelta una y otra vez. La crisis existencial que atraviesa la pobre muerte, por ratos humanizada, está trabajada con excelencia filosófica. 
    "...podemos sacar una idea del esfuerzo hercúleo que la muerte tuvo que hacer en las escasas veces que, por esta o aquella razón, a lo largo de nuestra historia común, necesitó rebajar su capacidad de perspectiva a la altura de los seres humanos, es decir, ver cada cosa de una vez, estar en cada momento en un solo lugar [...] .
    Cada paso que va dando, si le llamamos paso es para ayudar a la imaginación de quien nos lea, no porque ella efectivamente se mueva como si dispusiese de piernas y pies, la muerte tiene que pelear mucho para reprimir la tendencia expansiva que es inherente a su naturaleza, y que, dejada en libertad, enseguida haría estallar y dispersaría en el espacio la precaria e inestable unidad que es la suya..."
    Saramago nos hace partícipes de su escritura mediante una estrategia de apelación directa al lector. Es un guiño cómplice, un metalenguaje que nos sitúa en el mismo plano del proceso escriturario. Nos cuestiona acerca de qué nos parece si tal personaje hace esto o lo otro, aunque quizás sea mejor esto otro. Incluso consulta al hipotético lector sobre la conveniencia de utilizar un término, o la verosimilitud que se sacrifica al usar otro. Su novela está construida dejando ver los hilos de su procedimiento, sabiéndose novela, ficción, y, no obstante, convenciéndonos hábilmente del estado de cosas que se presentan en ella. 
    Se me ocurre comparar (y poner como ejemplo) estos dos episodios, el primero tomado de El evangelio según Jesucristo (soldados con orden de Herodes) Soldado 1Y se sabe por qué nos mandan a matar a todos los niños Soldado 2 El jefe no me lo ha dicho, creo que ni él mismo lo sabe, es orden del rey, y basta Soldado 1 Mira que somos desgraciados los de nuestro oficio, como si no nos bastara con practicar lo malo que la naturaleza nos dio, tenemos encima que ser brazo de la maldad de otros y su poder 
    (...) sea lícito dudar de la autenticidad de la filosófica reflexión, tanto en el fondo como en la forma, teniendo la más que obvia contradicción entre la notable propiedad de los conceptos y la ínfima condición social de quien los había pronunciado. El segundo, de Las intermitencias de la muerte:
    "Qué dirán los vecinos, preguntó, cuando descubran que ya no están aquí aquellos que, sin morir, a la muerte estaban."  
    En general la tía soltera no habla de una manera tan preciosista, tan rebuscada, y si lo ha hecho ahora era para no estallar en lágrimas... 
    El lenguaje que utiliza, (ante el cual admite que hay lectores acusándolo de salpicar de moho el texto) abundante en arcaísmos, no deja de ser novedoso para el lector contemporáneo, pues al haber caído en desuso los términos rescatados vienen, más que a enmohecer, a renovar (aunque parezca paradójico) el lenguaje. Lo obsoleto, lo que ya no se oye ni se lee, resulta innovador, a salvo de tropezar en lugares comunes y, teniendo en cuenta la riqueza de vocabulario del escritor en cuestión, le da realce y diversidad a la trama.     
    Es una novela que nos abre a la imaginación, nos fuerza a figurarnos un mundo en el que la muerte es una entidad con razonamiento similar al humano o que, a fuerza de frecuentarlo, termina adoptando juicios parecidos.
    Creo que para el único lector para el cual la lectura de esta obra (asi como cualquier otra obra del mismo autor) estaría contraindicada es para aquel religioso irreflexivo, que ve en el sentido crítico y en la lectura comprensiva de los libros santos un ataque a la religión, cuando no, una blasfemia contra Dios. A nadie se le ocurriría absolver a Caín de haber matado a su hermano, por ejemplo. Pero tampoco a ningún lector hábil y asiduo se le escapará la cuota de responsabilidad que tuvo Dios en ello (porque se dice que la Biblia es la palabra del mismo Dios), al mirar con mejores ojos la ofrenda de ganado que hizo Abel que la ofrenda de frutos de la tierra, que hizo Caín. A partir de este juicio de valor divino se puede deducir, creo yo, el tipo de preferencia del dios cristiano.
    A este tipo de lector que describí arriba le podría resultar fastidiosa esta novela. Para los demás es como agua fresca. 
    El resto de lo que ocurre en el argumento lo dejo al descubrimiento del lector. Las peripecias de la muerte, sus intermitencias, tienen razones de ser.
Saramago leía el libro Los cuadernos de Malta Laurids Brigge, de Rainer María Rilker, cuando le surgió la idea de escribir esta novela sobre el tema más trascendental de la vida: la muerte. ~ Saramago, una mirada triste y lúcida, Andrés Sorel

domingo, 19 de septiembre de 2010

Vindicación de los derechos de la mujer, Mary Wollstonecraft

    Se trata, esta vez, de Mary Wollstonecraft (1759-1797), madre de Mary Wollstonecraf Godwin (Mary Shelley). Lo adquirí pensando que se trataba de una misma autora, y me llevé esta sorpresa. Es una obra ensayística en la que se discurre sobre todos los derechos de que se priva a la mujer siendo, como recalca que es (quizás desafiando a alguno a atreverse a contradecir dicha verdad) la otra mitad de la raza humana. Y lo recalca mucho, porque al parecer hasta se ponía en duda que la mujer tuviera alma, y así entonces se desentendían de instruirla también en la religión. En suma, la mujer, no debía ser instruida en nada, pues su única virtud podía nada más residir en su cuerpo, tal la determinaba la naturaleza, su debilidad física era, además, una demostración más de su debilidad en general. Escrito en 1792, lo que defiende, hoy nos es legítimo y lo que se afana en demostrar, hoy nos es obvio, pero basta su introducción para advertir lo sola que habrá estado esta mujer por querer arañar una justicia para aquellas víctimas , tan bien educadas en las doctrinas femeninas que les imponían, que se mostraban satisfechas de conseguir lo que se esperaba de ellas y se negaban a concebir otra virtud femenina que no fuera la mera belleza.     "¿Quién ha decretado que el hombre es el único juez cuando la mujer comparte con él el don de la razón?" 
    Es un libro que realmente causa sorpresa, o mejor dicho estupor, cuando lo leemos desde la superación (mejor no decir "total", que ya sabemos que el machismo perdura) de los prejuicios recalcitrantes de la época. Causa estupor, digo, porque no era un prejuicio velado, ni algo de lo que no se hablara, existían manuales de adiestramiento de la mujer (sería un error llamarle educación) consitentes en guiar a la dama sobre cómo encaminar mejor su coquetería y sobre cómo lograr la absoluta sumisión, una supuesta modestia que consistía en no hacerle sentir al hombre que se lo tiene dominado por su lado débil: la sensualidad, la atracción hacia el cuerpo de la dama, única virtud que podía conquistar una mujer según estos pedagogos, y única instancia en que, brevemente, mantenía al hombre cautivado, causándole una crítica e insoportable, subordinación. ¡Vaya! 
    Sostiene que la moral solo puede formarse instruyendo al ser humano, por ende, las acusaciones que los hombres tienen a bien usar contra sus mujeres, son, simplemente, los efectos tardíos de aquello que ellos mismos sembraron. A la mujer se la acusa de frivola, a muchas de licenciosas. Se les tiene piedad, por su discapacidad intelectual 
    "La instrucción que han recibido hasta ahora sólo estaba encaminada a hacer de ellas unos miserables objetos de placer, procreadoras imbéciles(...) Hay tantos prejuicios profundamente enraizados, que han oscurecido la razón, y tantas falsas cualidades, que han tomado el nombre de virtud."
    Hay muchísimas citas de El Emilio, de Rousseau. No he leído dicho libro, y tenía buenas referencias de él, por aquello de que el hombre no es malo por naturaleza, la sociedad es la que lo corrompe, pero, la verdad, es que leyendo las innumerables citas que Mary transcribe, no puedo más que desencantarme y desanimarme de leerlo, ahora ya no vale la pena. El hombre no es malo por naturaleza, ¿excepto la mujer? Parece ser que en dicho libro su autor pone un ejemplo de hombre y de mujer, los eleva al grado de modelos y les adjudica unas cualidades que no son para nada igualitarias y razonables. 
    Mary lo único que pide ardorosamente es que, por favor, si aseveran que la mujer es intelectualmente inferior que el hombre, que lo prueben; que las eduquen con los mismos métodos y los mismos contenidos y luego se haga un cotejo, que las saquen del analfabetismo y le aflojen el yugo y luego las evalúen. Ella el único atributo de diferencia entre sexos que está dispuesta a admitir, es el físico. La mujer tiene menos fuerza física que el hombre, lo demás, es fruto de una educación errónea, funcional a la procreación y la sensualidad masculina, que reduce a la mujer no sólo a la servidumbre, si no a la más abyecta privación de todos sus derechos.
    "Rousseau se empeña en demostrar que todo estaba bien en los orígenes, hay toda una serie de escritores que se empeñan en demostrar que todo está bien ahora, yo digo que todo estará bien, algún día.(...) Irritado por las costumbres artificiales y las virtudes ficticias el ciudadano de Ginebra, en lugar de situar la cuestión y pasarla por la criba del análisis, mezcla el trigo con la paja (...) jamás ha pensado hallar la fuente de este mal en el poder arbitrario y las distinciones hereditarias [habla de los títulos de nobleza] que van en contra de lo que naturalmente eleva al hombre por encima de sus semejantes: la superioridad intelectual." 
    Esto es porque Rousseau propone un libertinaje y una barbarie supuestamente natural para corregir los efectos de esa cortesía vacua y esa nada pomposa. 
    "El hombre débil no tiene otra personalidad que no sea meramente física, sus opiniones están de tal manera impregnadas de las ideas consagradas por el poder, que apenas se pueden distinguir las huellas de su propio espíritu." 
    La personalidad, nos advierte Mary, se forma junto con el estudio, junto con la búsqueda de un interés personal, una vocación, una meta trascendental de vida, una libertad para elegir, algo que va más allá de el adornamiento del cuerpo y el arte de agradar que es lo que se espera de las mujeres y en lo cual se las instruye. Sin la posibilidad de nutrir la inteligencia, las mujeres no logran desarrollar su personalidad. 
    "¿Por qué habría de mantenerlas en una ignorancia que engañosamente se llama inocencia? A las mujeres se les dice de la infancia y el ejemplo de su madre lo refrenda que para conquistar el corazón de un hombre no necesitan más que el conocimiento de la debilidad, en otras palabras, astucia y un temperamento dócil, una aparente obediencia y un cuidado meticuloso en adoptar un comportamiento pueril (...) Rousseau declara que una mujer jamás debería sentirse independiente que debería vivir en el temor de ejercer su astucia natural y que hay que hacer de ella una esclava coqueta. (...) Lleva sus argumentos aún más lejos (...) insinuando que la sinceridad y el valor, piedras angulares de la virtud humana, deberían ser cultivadas por las mujeres con ciertas restricciones, ya que la obediencia es la gran virtud que hay que inculcarles con un rigor inexorable. ¡Qué estupidez!"     
    Cita a un tal doctor Gregory, que aconseja en sus textos cultivar en la mujer su inclinación a los adornos, porque dicha inclinación es cosa natural de las mujeres. Aquí es donde Mary, con una sapiencia exquisita, se sacude estos prejuicios poniendo los puntos sobre las ies y diciendo que si las mujeres gustan de adornos, de hablar mucho, de criar niños y se regocijan en una conducta doméstica, es porque así han sido preparadas desde niñas, viendo a sus madres emperifoliarse, viendo a sus padres comprarle dichas muñecas y haciendo con sus muñecas lo que sus madres hacen con ellas.
    "Es inclinación no es natural, sino que se desprende, como la falsa ambición de los hombres, del amor por el poder (...) El dr. Gregory va mucho más lejos: recomienda el disimulo y aconseja a una muchacha inocente que esconda sus sentimientos y no baile con entusiasmo. "
    Las mujeres debían fingir frialdad, contraria quizás a su temperamento, para excitar las pasiones de sus maridos. Miren que apelación directa, qué enrostrada digna de aplauso: 
    "¿Es necesaria la afectación para obtener el afecto de un hombre virtuoso?" Y para los que sostienen que la mujer es asi por naturaleza, porque asi de inferior la creó Dios: 
    "La naturaleza, o para hablar más correctamente, Dios ha hecho bien todas las cosas; pero el hombre ha inventado miles de cosas para afear su obra." 
    Señala cómo los moralistas insisten en asignarle al hombre el trabajo de preocuparse por el futuro y a la mujer el de preocuparse por el presente. Cómo ponen a la mujer en el desempeño de actividades secundarias, fútiles o serviciales, y además, la privan de su derecho de crecer intelectualmente. 
    "La libertad es la madre de la virtud "
    Se queja sobre el encierro y el descuido físico en que se tiene a las niñas y jóvenes, atrofiándosele los músculos por no ejercitarlos. 
    Ni un instante se deja al niño jugar a su antojo, sobre todo si es niña, y una vez que se ha logrado hacerla dependiente, entonces se decreta que la dependencia es algo natural. ....El bueno de Rousseau, parece ser que creía ingenuamente que las mujeres tenían como cualidad natural el gusto por el arreglo personal, la charla y el rol materno-procreativo. ....En cuanto a las observaciones de Rousseau, a las que diversos escritores han prestado atención como aquella que sugiere que las jóvenes tienen por naturaleza, es decir, desde su nacimiento, inclinación natural hacia las muñecas, el vestido o la charla, son tan pueriles, que no merecen ni una refutación seria. Que una niña, condenada a permanecer sentada durante horas escuchando el parloteo de las pobres niñeras u observando el arreglo personal de la madre, intente unirse a la conversación es algo lógico; y que después imite a su madre... (...) ....Los hombres tienen actividades variadas que ocupan su atención y proporcionan a su mente el desarrollo de su personalidad. Las mujeres, por el contrario, se ven confinadas a una sola ocupación y sus pensamientos son desviados continuamente hacia lo más insignificante. ....Mary está muy dolida con la dependencia también económica de la mujer, pues una viuda no tiene herramientas necesarias para mantenerse a sí misma y a sus hijos, y debe buscar a tientas a un segundo esposo (el cual probablemente se aprovechará de su desesperación tornandose en déspota). Si no lo encuentra, caerá en la miseria y en la prostitución. Ha sido educada para agradar. 
    Sólo se espera de ellas las virtudes negativas tales como la paciencia, la docilidad, el buen humor y la complacencia, virtudes, todas ellas incompatibles con el ejercicio intelectual vigoroso. 
    Mary señala la contradicción en que se cae cuando se afirma que el cuidado de los niños debe dejarse a las madres, pues siendo estas frívolas, charlatanas, caprichosas e ignorantes ("inocentes") ¿Cómo podían ser las mejores indicadas para educarlos? Parece ser que la caballerosidad consiste en una actitud piadosa ante la debilidad femenina innata; los hombres le adjudican en son de reconocimiento, a la mujer, el don del manejo del corazón, mientras ellos se arrogan para sí, el de la razón. Cuánta mascarada. 
    Se excitan sus sentidos y se descuida su espíritu; por lo tanto las mujeres son víctmas de sus propios sentidos, denominados delicadamente "sensibilidad"(...) Una sensibilidad exacerbada no sólo proporciona a las mujeres, perpetuamente agitadas y nerviosas, un sentimiento de malestar, sino que las convierte en seres incómodos para los demás. Todos sus pensamientos se basan en aquello que puede suscitar emoción. Acudiendo al sentimiento en lugar de hacerlo a la razón, su conducta es inestable 
    Díganme si esta de arriba no es la mejor descripción (y muy anticipada) del temperamento de Madame Bovary. 
    Vale aclarar que esta sensibilidad que acusa Mary W. es distinta de la sensibilidad que promoverá su hija, Mary W. Shelley, adscripta a la tendencia romántica. La sensibilidad de aquí es la exacerbación de los sentidos, de las cosas superficiales que tengan que ver con el tacto(suavidad de las telas, de la piel de su cuerpo mediante el cuidado), el gusto, el olfato y la vista (la estética en general), cualquier cosa que tenga que ver con el placer hedonista. La sensibilidad del romanticismo será, en cambio, una capacidad de empatía, un amor por el humanismo y la defensa de todo aquello que pueda corromperlo, el apogeo de los sentimientos genuinos, más que la afectación y el interés (esa búsqueda de emparejarse según las conveniencias) y esta sensibilidad romántica será orgullo tanto de hombres como de mujeres. Conviene tener en cuenta la diferencia.
    ¿Se atreverán a afirmar los moralistas que esa es la condición en la que debe permanecer la mitad de la humanidad, inactiva, apática, estúpida y sumisa? (...) según la cual fue creada para sentir las cosas más que para comprenderlas y que se dice todo poder reside en sus encantos y su debilidad. ....Estoy plenamente convencida de que no se darían esos comportamientos pueriles si se les permitiera a las jóvenes hacer ejercicio, si no se las confinara en habitación sin ventilación (...) si en lugar de mantener o incluso crear en ellas el miedo, se tratara del mismo modo que la cobardía en los muchachos, no tardaríamos en ver a las mujeres comportarse con dignidad. (...) Educad a las mujeres como a los hombres. Ese es el objetivo que yo propongo. No deseo que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas. 
    Un caso alarmante, sostiene, es el de las mujeres que han perdido su honor. Educadas en la castidad y el pundonor, una vez caídas en el deshonor, saben que no encontrarán nadie que las mantenga y recurren a sacar provecho del único ámbito que se les ha enseñado a cultivar: su cuerpo. La prostitución hace presa de viudas, huérfanas y jóvenes que cayeron en la tentación, por más honestas que haya sido su familia y su crianza. Aquí una cita que ella hace de Rousseau, esto dice: 
    "la educación de las mujeres debiera ser siempre relativa a los hombres. Complacernos, sernos útiles, hacer que las amemos y estimemos, que nos eduquen cuando seamos jóvenes y nos cuiden cuando seamos viejos, nos consuelen, para que así nuestras vidas sean fáciles y agradables; estos son los deberes de las mujeres de todos los tiempos y para lo que debieran ser enseñadas durante la infancia" 
    ¿Algo más? ¡¿No querría también este señor que le sostuvieran el miembro mientras orinaba?! Aquí cita a otro del cual no da referencias: 
    "No hace falta hacerle su dependencia molesta [a la mujer], basta con hacérsela sentir" ....Siempre supe, todas supimos, del histórico sometimiento de nuestro sexo en aras del otro sexo, ¡pero nunca imaginé que había sido tan descarado, tratandose de personas cultas! Otra, la señora Genlis en su Letters on Education, da ejemplos novelados: 
    ...representa a una joven y distinguida mujer dispuesta a casarse con aquel que su madre desee recomendar. Y al casarse finalmente con el joven escogido, no sintió ninguna emoción o pasión, porque esta niña estaba bien educada...
    Digo yo, menos mal que andaba cerca (en tiempo) Moratin, y que planificaba El sí de las niñas.     Otra de las obligaciones que tenían las mujeres era someterse a la religión que su familia le inculque, y también, por supuesto, doblegarse a las creencias de su marido. De esto, dice Mary con mucho atino, se deduce que si la religión de los padres de la mujer no coinciden con la de su marido, la mentada dama deberá reemplazar su dogma por otro sin el menor resoplo. 
    Mary Wollstonecraft exigió los derechos de esa mitad de la humanidad oprimida, exlcuida, dejada sin voz ni voto, y llevó acabo su propia vida como demostración de la igualdad que la mujer y el hombre poseen. Usó ropas simples, incluso, masculinas. Trabajó para subsistir por sí misma. No dejó que hombre alguno la mantuviera. Increpó a la sociedad desafiándola a probar con evidencias las inferioridades intelectuales supuestas en el sexo femenino. Esta obra fue, en si misma, la prueba más flagrante de que la presunta inferioridad era un impostura. Una terrible impostura.

martes, 14 de septiembre de 2010

El último hombre, Mary Wollstonecraft Godwin (Mary Shelley)


    Es la introducción una excusa para relatar acontecimientos del futuro, pues la autora apela a una excursión que hizo con un amigo, en la cual un guía le indicó una cueva inexplorada del terreno, de la que se cuenta, con temor y recelo, que es la mismisima cueva de la Sibila. Ella, se adentró en dicha cueva y encontró, apilados y en desorden, un montón de manuscritos de una antigüedad imprecisable y de un valor incalculable: se trata de las propias visiones de la Sibila plasmadas en papel, en distintos idiomas y con lenguaje críptico. Así, advierte al lector que haciendo sus mayores esfuerzos por decodificar aquellos manuscritos ha escrito ese libro, el que se detalla en tres volúmenes, en primera persona, bajo el narrador que es Lionel Verney, un habitante del siglo XXI. 
    .Lionel Verney, narrador testigo por momentos, y protagonista de a ratos, narra su propia historia y la de los demás. Resulta indudable, frente a este tipo de relator, quién será el último hombre. Lionel y Perdita son hijos de un noble venido a menos, desheredado y desprestigiado por su vida licenciosa, cuyo rey, influido por su esposa, ha sabido denigrar y destituir sus facultades y privilegios de aristócrata. Huérfanos Perdita y Lionel, en la absoluta miseria, tienen por ventura encontrarse con el conde hijo de aquel rey (otrora mejor amigo de su padre). El resentimiento y la bronca calan profundo en el protagonista, quien durante sus diecisiete años de vida ha culpado a la familia real de todas sus miserias y desgracias. Sin embargo, ese odio nato se transforma de manera instantánea cuando, un encuentro fortuito con Adrián, le hace cambiar de opinión, pues éste lo reconoce, lo acoge en su morada y le devuelve los privilegios de que había sido privado. Se convierten en grandes amigos. 
    En Adrián la autora parece haber volcado una ideología bien clara. Con él, sede de la sabiduría prematura, se promueve la cordura, la sensibilidad, la erudición, la respuesta pacífica ante los conflictos políticos entre países, el altruismo, el desprendimiento, la consciencia de igualdad (Adrián es republicano, aunque eso le desfavorezca, pues el advenimiento de la república implicaría abjurar de sus propias ventajas como noble) y la lucidez de espíritu. Adrián es débil de cuerpo, enfermizo, menudo, casi tiene la misma fragilidad física que la autora le adjudica a la mujer. Y sin embargo, como a la mujer, lo dota de empatía, sensibilidad, aversión por la violencia, bondad y generosidad. Carece del egoismo y la vanidad viril que, con frecuencia, y con eufemismo, adosa al sexo masculino. 
    Oraciones de una gramática resuelta, una fluidez y constancia envidiables. Lo único voluble son sus personajes, presas de sus ánimos y sus revueltas internas (Sturm und drang, el movimiento precursor del Romanticismo, quiere decir, en alemán: tormenta e impulsividad) que los llevan a traspasar, por momentos, las barreras de la sensibilidad y a devenir en frágiles, susceptibles, hiperbólicos. Hay una proclividad a dejarse manejar por los sentimientos. Existe una tensión entre la razón y el corazón, entre la cortesía y el instinto, entre la lógica de la probabilidad y los presentimientos recónditos. El movimiento romántico se caracterizó por la exaltación de la sensibilidad. La sensibilidad es aquí el bien más preciado. Redunda la descripción del diálogo interno de los personajes, sus emociones, sus pasiones, sus miedos, sus presentimientos, así como el carácter particular de cada uno de ellos, sus ideologías y sus puntos débiles. 
    La naturaleza es solidaria con los estados anímicos: si la felicidad predomina, los paisajes son floridos y primaverales; por el contrario, si el temor, el peligro o la melancolía sobrevienen, las escenas se transforman en sórdidas, tenebrosas o estériles. Hay largos párrafos dedicados a la minuciosa explicación de cómo se siente alguien en determinada circunstancia y de cómo habría procedido de ser otra la situación, incluso la exposición de las causas que lo llevan a ser como es, etc. La idea de un determinismo genético aparece como una puntita de iceberg, delatora de los prejuicios de la época. ....Hay profusión de citas: Bacon, Byron, Percy Shelley, Shakespeare y clásicos del mundo griego y romano. 
    La política juega un papel importante en la trama. El debate presenta una disyuntiva: la república o la monarquía. Está claramente a favor de la primera, en tanto que ella representa, en voz del republicano Rylan, una aristocracia para todos, todos tendrían con la república los mismos derechos de instrucción y de refinamiento, asi como de trato; una igualdad de derechos sin privilegiados, o más bien una igualdad en que todos lo serían. Se percibe, sin embargo, y casi en contradicción con este punto, un deseo interno de nobleza por parte de los protagonistas de la historia. La caída de la aristocracia es inminente. Y aunque éste es el objetivo moral que se persigue, no deja de vivirse con nostalgia y perturbación. Hay una complacencia en las normas de conducta socialmente intachables, en la cortesía, en el virtuosismo; incluso en el heroismo. El joven Raymond, por ejemplo, persigue la gloria a toda costa, y prefiere la muerte segura que le depare la inmortalidad en la memoria histórica que una vida larga y feliz junto a su esposa e hijos. La entrada en la ciudad de Santa Sofía, atacada de la peste, es practicamente un suicidio. Pero para él vale la pena, vale la pena apoderarse de la ciudad musulmana (de la que todos los islamitas han huido por la enfermedad), recuperarla para Grecia, pasar a la eternidad como conquistador y valiente. Para eso le hacían la guerra, para conquistar territorio invadido de mahometanos. Hay algo wherteriano en ese sacrificio. Es un suicidio, un sacrificio no del todo necesario, más producto de la ambición personal (una conducta tendiente a probar y demostrar la valentia, un comportamiento temerario) que de un acto de altruismo o de patriotismo, aunque nos lo pinte la autora como esto último. El obstinado Raymond es un personaje clave, un adinerado de buen linaje al que describe, muchas veces, como una persona galante, pero con un rictus despreciativo en la sonrisa. Aún así, se nota cierto cariño hacia este personaje, cierto trato indulgente y hasta la exaltación y entronización de su persona, hasta el extremo de erigirlo en héroe. Y sin embargo, la guerra no justifica el fin. Uno de los seis personajes centrales del libro, Adrián, amigo de Raymond, refiere:
    "¿Creéis que entre los gritos de la inocencia violada y la infancia desesperada, no oía yo, con todos mis sentidos, el llanto de mi prójimo? Antes que mahometanos, quienes ahí sufrían eran hombres y mujeres, y cuando se levanten sin turbante de la tumba, ¿en qué, excepto en sus acciones buenas o malas, serán mejores o peores que nosotros?" 
Y luego: "Me volví hacia la tierra cubierta de cadáveres y sentí vergüenza de mi especie. "
    Voy a citar un segmento que me recordó a Graham Greene en su descripción de la niña Coral Felows:     "No hay visión más dolorosa que la de un niño preocupado prematuramente. "
    Parece ser que las calamidades tienen el poder de trastocar la inocencia de los niños, de adelantar preocupaciones y ocupaciones propias de los adultos.
    "La naturaleza, nuestra madre y nuestra amiga volvía hacia nosotros su rostro amenazante. Nos demostraba sencillamente que, aunque nos permitía asignarle leyes y someter sus poderes aparentes, ella, moviendo apenas un dedo, podía hacernos temblar. [...] Y a pesar de todo ello nos llamamos a nosotros mismos señores de la creación, dominadores de los elementos, maestros de la vida y de la muerte, y alegamos, como excusa a esta arrogancia, que aunque el individuo se destruye, el hombre perdura siempre. " 
    Es un libro apocalíptico, catalogado dentro de la ciencia ficción. Escrito en 1826, narra acontecimientos de 2074 hacia adelante. Cuesta, sin embargo, persuadirse del estado de cosas que se presentan, porque somos los actores del siglo xxi a que ella alude y las cosas se han desarrollado mucho más de lo que la imaginación fecunda de dicha autora habría podido concebir, a pesar de las dotes previsoras de las cuales da claras muestras. La guerra aparece como un enfrentamiento a caballo, con mosquetes y cañones en sus textos. Los viajes se realizan en barco y en globo (un globo dotado de alas y plumas). El decoro y otras pautas de recatamiento que perviven en la trama hoy en dia ya no existen. Escasamente quedan paises en donde la monarquia cumple un rol ornamental, tradicional que, aunque con privilegios y autoridad, ya no goza del poderío y la tiranía que se pretenden. ....El rol de la mujer no está más relegado al mero desempeño doméstico y a la crianza de los niños tal como ella la pinta.     Hay que reconocerle, no obstante, cierta inclusión del género femenino en la vida activa, aunque nos presente dichas instancias como un desenlace accidental o meramente excepcional. Para su siglo el solo hecho de que la autora, siendo mujer, aspirara a congraciarse como escritora, es todo un avance. Nos muestra a una mujer disfrazada de soldado que integra las filas de combatientes. Es la noble Evadne, a quien su amor furtivo por Raymond la lleva al extremo de disfrazarse de soldado para seguirlo. Y, aunque Mary considere que una mujer que pretende desarrollar un rol tan masculino como el de combatiente solo está disfrazada, eso no cambia el hecho de que una mujer vaya a la guerra en estas páginas. 
    Por otro lado, dice: 
    "Los escritores que han imaginado un reino de paz y felicidad en la tierra, han tendido a situarlo en un paisaje rural, donde el gobierno se halla en manos de los ancianos y los sabios." 
    Lionel, mano derecha del nuevo Protector que es Adrián, se dirige en búsqueda de estos ancianos sabios, pero lo que encuentra es una anciana sabia.
    "En la aldea de Little Marrow vivía una anciana que gobernaba de tal modo la comunidad. [...] Entraba a la casa de los enfermos y aliviaba sus sufrimientos con sus propias manos. [...] La esperanza, aseguraba, era mejor que la receta de un médico, y todo lo que sirviera para mantener el ánimo valía más que los remedios y las pócimas.
    Vean qué adelanto invaluable para principios del siglo XlX estas insinuaciones. Hoy es cosa comprobada cómo influye el estado anímico en la salud y cuánto contribuye al sistema inmunitario un ánimo alegre. 
    Otra mirada premonitoria, sin duda, es la que atañe al cambio del clima: 
    "Los vientos de suroeste trajeron lluvias, y más tarde salió un sol que, burlándose de las leyes naturales, parecía abrasar con fuerza estival a pesar de lo temprano de la estación [invierno]"
    Narra cómo el horror ante la peste trae también aparejado una siniestra fascinación, cómo el temor de la muerte segura activa en las personas un mecanismo de olvido permanente que los lleva a vivir el presente desentendiéndose de cualquier norma de cortesía, respeto o decencia. 
    "La ayuda médica era difícil de conseguir, así también como los alimentos, y los seres humanos, no refrenados por la vergüenza, pues sus conciudadanos no los observaban, se entregaban en mayor medida a fechorías o sucumbían con mayor facilidad a abyectos temores. " 
    El caos por la epidemia y la peste en si misma diezman a la población. El trabajo no tiene sentido, pues existe en la población la certeza de la muerte próxima.
    "Sólo existían un bien y un mal en la tierra: la vida y la muerte. La pompa del rango, la idea de poder, las posesiones de la riqueza se esfumaban como la neblina [...] Un mendigo vivo había llegado a valer más que una asamblea de nacional de lores muertos [...] Y había tanta degradación en todo ello... Pues incluso el vicio y la virtud habían perdido sus atributos. " 
    Aquí un episodio llamativo. Todo lo contado sucede en el mundo, pero el personaje relator lo cuenta desde Inglaterra, lugar a donde la peste llegó con retardo, por estar más aislada de los demás países debido al mar. He aquí que la gente, huyendo de la peste, abandonaba sus países y, sabedora de que en Inglaterra todavía no se diseminaba con la virulencia con que había atacado en territorio propio, se dirigían allí en grandes grupos. Lo curioso de esta escena, es que los que llegan ahora son norteamericanos, y la autora nos los pinta así: 
    "Con todo, las tragedias menores y aisladas estaban a punto de rendirse ante un interés más poderoso [...] una tempestad más poderosa que los vientos se alzó sobre nosotros, una tempestad criada por las pasiones del hombre, alimentada por sus más violentos impulsos, inédita, terrible. Varias personas procedentes de Norteamérica, reliquias de aquel populoso continente, habían zarpado [...] Varios centenares arribaron a Irlanda [...] y tomaron posesión de todas las viviendas [...] y se hicieron con el excedente de alimento y con el ganado suelto. Cuando agotaron toda la producción del lugar, se trasladaron a otro. [...] Embarcaron rumbo a Inglaterra [...] el espíritu indómito las hacía proclives a la violencia. se jactaban de echar de las casas a sus dueños; de ocupar mansiones lujosas cuyos nobles habitantes se habían encerrado por temor de la peste; de obligar a aristócratas de ambos sexos a trabajar para ellos como criados y proveedores. Y todo ello hasta que, consumada la ruina de un lugar, en su avance de plaga de langostas, llegaban a otro. " 
    Yo digo, eureka. ¡Qué atino! 
    El ser humano se extingue, lenta y certeramente. Los sobrevivientes vagan de país en país persiguiendo el invierno, pues es en esta estación cuando la epidemia disminuye su ferocidad, remite.     "El apetito de la muerte crecía, pues su alimento menguaba. [...] Las naciones ya no existían." 
    Un grupo de personas sobrevivientes, que no llegaba a mil, se unen bajo un solo mando, el de Adrián, quien se autoproclama Protector, pues el parlamento ya no existe, los dirigentes se esfuman, en la iglesia no queda nadie. Sobreviene entonces la búsqueda de sobrevivientes en los demás países. El grupo se dirige a Francia, donde existen dos facciones: la de un reducido grupo de personas que pertenecen a una secta llamada Los Electos y la de la demás gente, que la desprecia. El que regenta esta secta es un impostor, que aprovecha la desesperación para hacerse con el poder. 
    "Es un hecho curioso pero incontestable que el filántropo que ardiente en su deseo de obrar bien, paciente, razonable y gentil, se niega recurrir a más argumentos que la verdad, influye menos en la mente de los hombres que el que, avaro y egoísta, no renuncia a adoptar ningún método, a despertar ninguna pasión, a difundir ninguna falsedad, si ello supone el avance de su causa."
    El primero, sería Adrián, cuya diplomacia logra disuadir la reyerta que lleva a las armas a ambos bandos. El segundo sería el falso profeta. La fascinación ciega de sus fieles queda descripta en esta oración: 
    "Los hombres necesitan hasta tal punto aferrase a algo que son capaces de plantar las manos sobre una lanza envenenada. " 
    Finalmente quedan cuatro humanos en el mundo: Adrián, Lionel Verney, Evelyn (hijo de Lionel y Idris) y Clara (hija de Perdita Y Raymond) 
    Pero en uno de los viajes una tormenta marítima hace naufragar la nave, y el único que se salva es Lionel, quien se dedica a vagar por el mundo en busca de algún sobreviviente de la raza, aunque con la seguridad de que es el único. La soledad del último hombre es enloquecedora, éste se aboca en escribir en los muros de Roma, en los monumentos de Francia y en todo sitio donde puede, un mensaje de que existe, y de que espera que alguien lo lea, que alguien más exista. 
    En el 2100 se acaba la raza humana. 
    De la escritora de Frankenstein o El nuevo Prometeo, llega este libro recientemente traducido al español y editado por la editorial El cobre en 2008 ( de aquí que no lo hallara yo nunca, a pesar de buscarlo con ahinco en cada libreria y en cada biblioteca que tuviera la oportunidad de visitar desde hace diez años) 
    Es recomendado para quien tenga la paciencia de lidiar con detalles minuciosos del ánimo y los sentimientos que embargan a los personajes de la trama (a veces, afectadísimos); quien tome con naturalidad la demora en pormenores y en detalles de la relación de amistad y/o de amor que entre los personajes se dan. A quien no saquen de quicio las hipérboles, el lenguaje declamativo y el ubi sunt. Por último, a quien el Romanticismo (entendido como movimiento literario, no como tendencia idílica en las letras)y sus características no le resulten densas, pues esta novela es un buen exponente de él.