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Sugerencia de la semana: Noche en el hotel, Slawomir Mrozek (microcuento)

sábado, 30 de julio de 2011

----------Los contrarios se tocan----------


Agustín de Hipona

(354 d.C - 430 d.C)


Para conocerse [a sí mismo el ser humano] necesita estar muy avezado en separarse de la vida de los sentidos y replegarse en si y vivir en contacto consigo mismo. [...] Así, el espíritu, replegado en sí mismo, comprende la hermosura del universo, el cual tomó su nombre de la unidad. Por tanto, no es dable que vean aquella hermosura las almas desparramadas en lo externo, cuya avidez engendra la indigencia, que sólo se logra evitar con el despego de la multitud. Y llamo multitud, no de hombres, sino de todas las cosas que abarcan nuestro sentidos.
Ni te admires de que sea tanto más pobre uno cuanto más cosas quiera abrazar.
Porque así como en una circunferencia, por muy grande que sea, sólo hay un punto adonde convergen las demás, llamado por los geómetras centro, y aunque todas las partes de las circunferencia se pueden dividir infinitamente, sólo el punto del centro está a igual distancia de los demás, y como dominándolos por cierto derecho de igualdad. Mas si quieres salir de allí a cualquier parte, cuando de más cosas vayas en pos tanto más se pierden todas: así el ánimo, desparramado en sí mismo, recibe golpes innumerables y vese extenuado y reducido a la penuria de un mendicante cuando toda su naturaleza lo impulsa a buscar doquiera la unidad y la multitud le pone el veto.



San Agustín, El orden, Libro primero, capítulo 2


Epicuro
(341 a.C - 270 a.C)
Nosotros necesitamos del deleite cuando nos dolemos de no tenerlo; más cuando no nos dolemos, ya no lo necesitamos. Por lo cual decimos que el deleite es el principio y fin de vivir felizmente. [...] Tenemos por un gran bien el contentarse con una suficiencia, no porque siempre usemos escasez, sino para vivir con poco cuando no tenemos mucho. [...] Así, cuando decimos que el deleite es el fin, no queremos entender los deleites de los lujuriosos y derramados, y los que consisten en la fruición, como se figuraron algunos, ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella, o bien que la entendieron siniestramente, sino que unimos el no padecer dolor en el cuerpo con el estar tranquilo en el ánimo. No son los convites y banquetes, no la fruición de muchacho y mujeres [...] sino un sobrio raciocinio. De este lo más estimado es la prudencia; de manera que lo más estimable y precioso de la filosofía es esta virtud...
Y así como no elige [el sabio] la comida más abundante, sino la más sabrosa, así también en el tiempo no escoge el más diuturno, sino el más dulce y agradable.



Epicuro, Carta a Meneceo

3 comentarios:

Marisa dijo...

Lo que actualmente Eduardo Punset explica en sus ensayos sobre el cerebro y la neurología, ya lo decía Epicuro hace 25 siglos: nuestro cerebro no pretende decirnos la verdad sino simplemente evitarnos el dolor; es el mejor aliado ya que
nos alerta de situaciones que nos dañan y hace todo lo necesario para alejarnos de ellas.

Lo mismo dice este filósofo en lo que él mismo llamó "ataraxia", el hombre aspira a ese estado donde placer y dolor se equilibran, donde el bienestar corporal y espiritual encuentran en un acomodo en sí mismos.

Siempre que leo a los clásicos me asombro como todo lo que actualmente pensamos que es una innovación , se encontraba ya en sus reflexiones y escritos.
Gracias Noelia por compartir estas dos espléndidas citas.

Un abrazo.

Noelia A dijo...

Acertado lo que decís, Marisa. Yo también me sorprendo cuando leo a los antiguos, porque hay cosas que se presumen muy modernas y en realidad tienen muchísimo tiempo (o quizás fueron olvidadas y redescubiertas).

Un abrazo grande

Nelson dijo...

Interesante, muy interesante, en especial Epicuro.

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