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jueves, 14 de julio de 2011

Carta abierta a Von Weber, Richard Wagner

LEER---> Carta abierta a Ernst von Weber
Recorto partes de las extensísima carta conocida como Carta abierta contra la vivisección que le envía el músico, compositor y dramaturgo a su condiscípulo romántico Ernst von Weber. La misiva tiene por objeto apoyar la causa en favor de la protección de los animales, va direccionada particularmente en contra de la vivisección, instaurada por la ciencia con pretextos medicinales. Apela a la piedad, al sentimiento (no a la razón) de las personas. Alude a la sabiduría brahamánica y menciona a Plutarco y, muy en especial, a Schopenhauer como precursores de la defensa del animal. Sanciona al comercio, a la burguesía y a la naturaleza egoísta del ser humano que opone el propio provecho al bienestar de los demás seres vivos. ....Después de leer la carta me pregunté qué pensaría (sentiría) el autor si observase que no sólo la salud humana "justifica" hoy esas torturas, sino la mera vanidad, el dictado de la estética que manda comprar productos de belleza constantemente (cosméticos testeados en animales). Si viera las condiciones industriales en que se crían a los animales (encerrados, con poco espacio y sobrealimentados para su faena)... ....Recorte pequeño puede llegar a ser abstenerse del maquillaje, de las cremas y demás, pues los animales están en el medio ambiente que intoxicamos. Además, nos los comemos. (Wagner era vegetariano, al igual que Schopenhauer). Sin embargo, considero que el testeo en seres vivos constituye una tortura directa, deliberada y sostenida en el tiempo. Los consumidores deberíamos comprar sólo productos que ofrezcan garantía de que no son probados en seres vivos.
Carta a Ernst von Weber [1]
Octubre de 1879
Apreciado Señor: ....Me cree Ud. capaz de poder ayudarle, con mi palabra, en la campaña tan enérgica que Ud. ha emprendido recientemente contra la vivisección...
[...]
...se está discutiendo aquí la cuestión más grave de la humanidad, de suerte que las convicciones más profundas no podrán adquirirse más que después de un examen verdaderamente serio de este "sentimiento" del que tanta burla se ha hecho. Intentaré de buen grado seguir este camino, en la medida que mis débiles facultades me lo permitan.
[...]
Lo que me ha frenado hasta el presente a entrar en una de estas asociaciones protectoras de animales que existen, es que todos los llamamientos y todas las instrucciones que les veía publicar se basaban casi exclusivamente en el principio utilitario. Y es que, sin duda, lo que en primer lugar importa a los filántropos que se han dedicado hasta el presente a la protección de los animales es probar al pueblo su utilidad para así obtener un mejor trato. Pues los resultados de nuestra civilización actual no nos permiten invocar otros motivos más que la búsqueda de un beneficio en las acciones humanas del ciudadano. En este preciso momento podemos comprobar hasta qué punto somos todavía extraños a un motivo exclusivamente noble de tratar bien a los animales, y qué poca cosa se ha podido obtener realmente de la práctica corriente: los representantes de la línea de conducta adoptada hasta el momento por las sociedades protectoras contra una de las barbaries más inhumanas seguida contra los animales, la que se ejerce en nuestras salas de vivisección autorizadas por el Estado, no sabrían emitir ni un solo argumento concluyente desde que se hace valer, para defenderla, la utilidad de esta barbarie. Quedamos casi totalmente limitados a discutir exclusivamente esta utilidad; y si se hubiese llegado a poder demostrarla con absoluta certidumbre, sería precisamente la sociedad protectora de animales quien, siguiendo su línea de conducta acostumbrada, habría favorecido la crueldad más indigna de la humanidad contra sus propios protegidos.
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Quien quiera que se haya rebelado a la vista del martirio de un animal, no ha sido arrastrado a ello más que por un sentimiento de piedad; quienquiera que se une a otros para proteger a los animales, no lo hace más que movido por la piedad; piedad totalmente desinteresada e inaccesible a todo cálculo de utilidad o inutilidad. Pero el hecho de que, a la cabeza de todos nuestros llamamientos y avisos dirigidos al pueblo, no nos atrevamos a colocar esta piedad como el único móvil discutible que nos mueve, eso sí que demuestra la maldición de nuestra civilización y la confirmación de que las religiones de nuestras iglesias oficiales se han quedado sin Dios.
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Ha sido necesaria en nuestro tiempo, la enseñanza de un filósofo [2] que combate de la forma más despiadada todo lo que hay de falso, para demostrar que la "piedad" fundada en la naturaleza más íntima de la voluntad humana, es la única base verdadera de toda moral. Se han burlado de él...
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La piedad, considerada del punto de vista de la lógica, fue incluso tachada de egoísta por excelencia; se ha pretendido que la piedad no se vería motivada más que por la visión de un sufrimiento extraño que en realidad no causa dolor a nosotros mismos, pero no por el sufrimiento extraño en sí, el cual intentaríamos reprimir con el fin únicamente de suprimir su efecto doloroso sobre nosotros mismos. ¡Qué ingeniosos hemos llegado a ser con el fin de defendernos, hundidos en el fango del más cruel de los egoísmos, contra los remordimientos motivados por sentimientos comunes a todos los hombres!
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Es cierto, desgraciadamente, que sería demasiado exigir del dogma estricto de la Iglesia, que únicamente considerase como base suya el primer libro de Moisés, que reclamase la piedad de Dios hasta para los animales creados para "beneficio" del hombre.
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...encontraríamos sin embargo perspectivas tanto más estimulantes al examinar la ciencia médica, que arma a sus discípulos para una profesión consagrada únicamente a aliviar los sufrimientos humanos.
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...y se han constituido vulgares servidores del martirio especulativo de los animales, al declarar que si se suprimiesen los ejercicios de disección que los estudiantes realizan sobre animales vivos, el doctor-médico no podría ya curar a sus enfermos en un futuro próximo.
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Los informes que hemos recogido sobre lo que hay de justo y verdadero a este respecto son tan perfectamente edificantes que la cobardía de estos señores no conseguiría nunca entusiasmarnos por esta tortura que ellos recomiendan con filantropía, sino que, por el contrario, nos sentimos inclinados a no confiar más nuestra salud y nuestra existencia a un médico que toma de ello enseñanza, pues lo consideramos como un hombre incapaz de sentir piedad y que hace trampas en su oficio.
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Desgraciadamente, la forma que acabamos de adoptar de considerar las cosas humanas, nos ha enseñado que la piedad estaba borrada de la legislación de nuestra sociedad; pues hemos visto a nuestras instituciones médicas, bajo el pretexto de ocuparse del hombre, llegar incluso a transformarse en escuelas de brutalidad -en nombre de la "ciencia"-; ésta, un día, se desviará naturalmente de los animales contra el hombre que carecerá ya de protección contra estas experiencias.
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Guiados por esta irresistible sublevación que nos inspiran los terribles sufrimientos causados voluntariamente a los animales, ¿encontraremos el camino que conduce al único reino redentor que es la piedad experimentada por todo aquel que vive, como en un paraíso perdido y conscientemente reconquistado?
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El Antiguo Testamento es hoy vencedor y el animal feroz se ha convertido en el animal "que calcula". Nuestro credo reza: El animal es útil, sobre todo cuando se nos somete fiándose de nuestra protección. Hagamos pues de él lo que nos parezca mejor en provecho de los hombres. Tenemos derecho a torturar a mil perros fieles durante largos días si de ese modo ayudamos a un hombre a gozar del bienestar "canibalesco" de "quinientos cerdos".
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La sabiduría de los Brahmanes, la misma de todos los pueblos paganos civilizados, nosotros la hemos perdido: al desconocer su conducta con relación a los animales, tenemos ante nosotros un mundo convertido en "animal" en el peor sentido de la palabra, (un mundo convertido) en algo infernal. No existe ni una sola verdad que, incluso aunque seamos capaces de penetrar en ella, no seamos capaces de esconder con el pretexto de nuestro egoísmo y de nuestro interés personal: en eso consiste nuestra civilización.
[...]
En efecto, sabemos que -mientras el Estado y la Iglesia se devanan los sesos para decidir si deben ocuparse de nuestras reivindicaciones y si no hay que temer, por otra parte, la cólera de la "ciencia" ofendida- la violenta invasión de uno de estos laboratorios de vivisección, producida en Leipzig, así como el rápido aniquilamiento de los animales despedazados extendidos, conservados durante semanas de martirio y una buena tunda administrada al guardián que vigilaba estas horribles salas de tortura han sido considerados como atentado brutal contra el derecho a la propiedad y atribuidos a subversivas intrigas socialistas.
Richard Wagner
[1] En 1879, Ernst von Weber, compositor y fundador de la Asociación Internacional contra la Vivisección, publica Las cámaras de tortura de la ciencia basándose en una investigación inglesa llevada a cabo unos años antes.

[2] Se refiere al filósofo Arthur Schopenhauer.

Adjunto unas citas de Arthur Schopenhauer:

"El derecho del hombre a la vida y las fuerzas de los animales se basa en que, al aumentar el sufrimiento en proporción a la claridad de la conciencia, el dolor que sufre el animal con la muerte o con el trabajo no es aún tan grande como el que sufriría el hombre con la mera privación de la carne o las fuerzas del animal; de ahí que el hombre pueda llegar en la afirmación de su existencia hasta la negación de la existencia del animal y que la voluntad de vivir en su conjunto soporte así menos sufrimiento que si ocurriera a la inversa. Esto define al mismo tiempo el grado en que el hombre puede sin injusticia hacer uso de las fuerzas de los animales, grado que, sin embargo, se sobrepasa con frecuencia, en especial en el caso de los animales de carga y los perros de caza; contra eso se dirige en particular la actividad de las sociedades protectoras de animales. Tampoco se extiende ese derecho, a mi parecer, a las vivisecciones..."

*

"La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar seguro que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral."

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