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martes, 14 de junio de 2011

Las raíces del mal, 1° parte, John Kekes

Se trata de un estudio filosófico que intenta esbozar el concepto de la maldad y vislumbrar sus orígenes. Establece un esquema básico que reduce la acción mala a un atentado contra el bienestar humano. Este atentado consta de tres requisitos: un motivo malévolo del perpetrador, un daño serio y excesivo causado por sus acciones y la falta de una excusa moralmente aceptable. El motivo, dice, puede ir de la rabia pasajera al odio eterno; el daño puede involucrar tortura y muerte; y la falta de excusa puede comprender desde la ignorancia culpable o la debilidad hasta la deliberación y la alevosía. ....Las excusas aceptables se reducen a tres elementos: defensa propia, accidente inevitable o ignorancia no culpable (es bastante interesante la diferenciación entre ignorancia culpable e ignorancia no culpable que se hace al respecto). 
Las causas del mal, como se sostiene en todo el libro, no se pueden limitar a un sólo factor general ni individual, son complejas y se combinan entre sí. Según el autor, el malvado tiene una propensión hacia algún defecto (envidia, orgullo, etc.), cuenta con circunstancias favorables y encuentra límites débiles. ....Para este estudio el escritor ha decidido tomar los casos que involucran maldad incuestionable, esto es: asesinatos cruentos, torturas y todo tipo de ensañamientos físicos. ....En el primer caso refiere las atrocidades perpetradas por las cruzadas cristianas contra los cátaros, en las cuales la fe fue el motor y el pretexto. La fe, que a simple vista podría desdecir el motivo malévolo en realidad sólo lo encubre, pues no hay forma de exculpar a los cruzados de haber perpetrado el mal contra sus supuestos enemigos, porque es justo lo que la propia fe les manda no hacer: No matarás (quinto mandamiento), poner la otra mejilla, amar a tu prójimo como a ti mismo, etc.
La nobleza y la población en general se pusieron de parte de los cátaros, pues ellos eran sus conciudadanos, a menudo vecinos, y a quienes se conocía como personas pacíficas, puras e inofensivas. La gente del Laguedoc dio refugio y protección a los cátaros, opuso resistencia a los cruzados, con terribles consecuencias para ambos.
Para controlar el mal, según Kekes, el hombre debe apelar a su razón y revisar si sus motivos son verdaderos y válidos moralmente o si encubren impulsos más primarios como la envidia, el egoísmo, el orgullo u otro tipo de intereses meramente personales, tendientes a sostener su identidad psicológica (algo así como defender una máscara). La introspección es esencial, y para llegar a ella se precisa de la razón, aunque ésta no es infalible.
Dice de la fe:
La amenaza de la fe es que ella, por su propia naturaleza, va más allá de la razón, por lo cual hace que sea imposible la introspección. Porque la esencia de la fe requiere un esfuerzo de la voluntad para aceptar lo que para la razón puede resultar inaceptable.
Kekes rechaza la máxima que sostiene que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que se encarga de corromperlo. Se pregunta en primera instancia, cómo es que la sociedad, que está integrada por ser humanos buenos por naturaleza, puede ser corruptora.
El supuesto de la cosmovisión del Iluminismo es que los seres humanos son básicamente buenos y que, si usamos la razón para tomar decisiones, decidiremos a favor de posibilidades que contribuyan al bienestar humano. Esto no es tanto un error como una afirmación superficial y solo a medias verdadera. No reconoce que también tenemos otras propensiones como la agresión, el miedo, la envidia y la ambición, que no son menos básicas que la razón, y con frecuencia provocan acciones malas. La explicación que prefiero [...] reconoce que actuar de conformidad con nuestras propensiones podría dar como resultado tanto actos buenos como actos malos, de modo que rechaza la suposición de que los seres humanos son básicamente buenos.
Luego se encarga de demostrar cómo la ciega confianza en la razón puede engendrar el mal. Emplea para ello el caso de Robespierre y la Revolución francesa.
...todos aquellos que desempeñaron un papel en el drama se creían motivados por impulsos patrióticos y altruistas. Todos podían dar más valor a sus buenas intenciones que a la vida humana.
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Su descontrolada pasión no le permitió ver los simples requisitos de la razón y la moral y lo llevó a decapitar, ahogar, enterrar y destripar vivas a miles de personas simplemente porque sospechaba que podían no estar de acuerdo con las visiones a las que se aferraba.
Se presenta a Franz Stangl, el comandante nazi de un campo de exterminio denominado Treblinka, ubicado en Polonia. En esta ocasión se propone la ambición, como característica predominante y en alto grado determinante de sus acciones. ....Se encarga del caso de Charles Manson, subtitulado La venganza del orgullo herido. La pulsión principal aquí hunde sus raíces en la envidia, que no debe ser entendida de una manera simplista, adjudicándosele la mera codicia de los bienes ajenos.
Se pueden adquirir los bienes envidiados, pero es mucha más difícil llevar una vida como la que envidio en otro. Porque una vida envidiable depende de ser cierto tipo de persona, tanto como de recibir el reconocimiento apropiado por ello. * Si se reconoce que una comparación adversa es el resultado de una incapacidad propia, entonces el orgullo, entendido como autoestima o respeto por uno mismo, está herido. * De modo que [el individuo] culpa al mundo por dejarse embaucar por las falsas virtudes de los exitosos y gran parte de su odio, es, en realidad, resentimiento por su propia inferioridad...
El capítulo en el que explica la maldad desarrollada durante la dictadura argentina (1976) se subtitula, elocuentemente: Perversidad en los altos niveles
Habla de politización y enfrentamiento de facciones, de un orden que se veía amenazado y de un intento reaccionario por protegerlo. Por supuesto, se le llama terrorista a todo el que piense distinto y, en consecuencia, se lo reprime. Un sentido del honor exaltado y colectivo es propuesto como común denominador. Es interesante el tratamiento que Kekes le da a la excusa Obediencia debida. Aquí expone el concepto de obediencia debida y luego argumenta la razón por la que no es aplicable al caso.
Aquellos que obedecen subordinan su voluntad a un comando. Hacen lo que otra persona quiere que ellos hagan, no lo que harían si no estuvieran sujetos a un comando. Siguen la voluntad de otra persona, no la propia. [...] La obediencia, por lo tanto, requiere que exista una diferencia entre lo que a un sujeto se le ordena que haga y lo que este mismo sujeto haría en la misma situación si no mediara una orden. En la guerra sucia no había ninguna diferencia entre las motivaciones de las juntas militares y las de los oficiales. [...] Si los oficiales fueron como caballos de carrera ansiosos por correr, entonces sus superiores fueron los jinetes que los espolearon.
Finalmente describe el caso de John Allen, un psicópata norteamericano, a quien atribuye principalmente los estragos del aburrimiento crónico. Este aburrimiento, a diferencia del aburrimiento trivial o circunstancial, es un desencanto con la vida: el individuo no halla sentido en ella. ....Este capítulo me ha parecido particularmente interesante, ya que analiza este fenómeno expansivo y actual que es el aburrimiento y cuya causa sería una fragmentación entre estos tres aspectos constitutivos de la persona: las creencias, las emociones y las motivaciones. 
Hace una comparación con épocas medievales, en las que la creencia constituía una certeza tranquilizadora y en las que las condiciones de vida llevaban a las personas a estar todo el tiempo ocupadas. 
Hoy el aburrimiento es más frecuente porque: 1) La comodidad ha reemplazado a las privaciones medievales (que mantenían a la humanidad activa y entretenida) y las consecuencias del fracaso son mucho menos graves que entonces. Tenemos tiempo de ocio. 2) La cosmovisión de la Edad Media que ofrecía un ideal que brindaba consuelo y esperanza ya no es una convicción.
Estas dos condiciones características de la vida contemporánea -el enorme desarrollo de la comodidad y la libertad - plantean preguntas sobre el significado y el propósito de nuestras vidas que solamente unos pocos privilegiados enfrentaban antes: ¿qué debemos hacer con nuestras cómodas vidas, cómo debemos llenar nuestro tiempo de ocio y qué ideales debemos elegir para aspirar a ellos? El hecho es que muchísimas personas utilizan su libertad para ignorar estas preguntas: así pagan el precio de no tener una guía en sus vidas, ningún objetivo más allá de asegurar la continuidad de la comodidad.
*
El resultado es una actitud fragmentada, es una vida que carece de dirección general. El individuo resulta tironeado de un lado a otro por sus creencias, emociones y motivos incongurentes.
Por consiguiente sobreviene el aburrimiento, que es definido como: la incapacidad de atribuir valor a algo. Consiste en una actitud de acidia que combina la apatía con la intranquilidad.
Estos individuos están aburridos. Muchos no se dejan arrastrar por la apatía. Lo que ocurre en cambio es que están intranquilos y en el intento de aliviar su aburrimiento buscan distracciones.
Cita a Jacques Barzum:
Se tratara de los encuentros deportivos, de las telenovelas o los conciertos de rock, los espectáculos del siglo XX, en sus principales formas, eran para verlos sentados y de manera pasiva. La cantidad proporcionada fue sin igual... Se transformó en el principal objetivo de la vida de la gente, porque para millones de personas el trabajo había perdido su capacidad de satisfacer al espíritu. Al no producir ningún objeto terminado, al desarrollarse solamente de manersa abstracta sobre el papel y en palabras en un mero cable con una conexión, dejó insatisfecha la necesidad de lograr algo. Fue trabajo sin recompensa, aburrimiento sin tregua... Después de un tiempo, calculado en más de un siglo, la gente occidental fue atacada por una plaga: el aburrimiento.
Una persona con ciertas propenciones, estímulos y carencia de límites podría desarrollar, en consecuencia, actitudes crueles y malas para mitigar ese aburrimiento y lograr eliminar la fragmentación entre creencia, motivos y emociones que hace penosa su existencia.
El mal es mucho más emocionante que las soporíferas distracciones que los perpetradores del mal desprecian.
Ir a la 2° parte

4 comentarios:

silvia zappia dijo...

qué calidad la de tu blog! es excelente.

besos*

Noelia A dijo...

Rayuela, bienvenida. Veo que tenés un blog de libros también, pasaré a pispear.

Saludos

Anónimo dijo...

Buenas tardes.
Acabo de terminar de leer el libro y ha sido muy significativo para mí.
Estoy buscando más libros de Kekes en castellano, pero no los encuentro y no me voy a poner a leer algo tan profundo en inglés (no tengo ese nivel).
Si alguien puede indicarme alguno,por favor que me escriba a idalma_777@hotmail.com poniendo como asunto Kekes (o lo borraré sin querer).
Gracias y un saludo, Margarita

Anónimo dijo...

Gracias Noelia por la reseña !. Ya consegui este libro a un precio sumamente accesible.

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