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miércoles, 9 de marzo de 2011

Pájaros en la boca, Samanta Schweblin

Página web de la autora: http://www.samantaschweblin.com.ar/
Después de obtener el premio del Fondo Nacional de las Artes y el premio nacional Haroldo Conti por su libro El núcleo del disturbio fue galardonada en 2008 con el de Casa de las Américas por Pájaros en la boca.
Es una colección de cuentos que se resisten a ser catalogados dentro del género fantástico, pues juegan a estar de un lado y del otro, burlando el concepto de la realidad y de lo sucedible. Son situaciones inverosímiles contadas con verosimilitud. Ésta está tan bien lograda que al cabo muchos de sus cuentos terminan siendo posibles, aunque sean rematadamente extraños. La economía del lenguaje hace que la prosa fluya sin detenerse ni trabarse. ....La apertura interpretativa es amplia. Uno sabe que se está diciendo algo más, que se están manejando implicancias, que probablemente se esté escondiendo algo más hondo en esas elipsis, en esas pausas llenas de silencio, en esas circunstancias insólitas o en esa narración que evita mencionar causas o intensiones.
Sus cuentos han sido traducidos al inglés, al francés, al alemán, al sueco y al serbio.
Irman: Es la historia de dos amigos que llegan a un restaurante, pero son mal atendidos por un mozo muy petizo, cuya esposa yace muerta en el piso de la cocina. Lo absurdo de los diálogos y lo olímpicamente estúpido del personaje que atiende el local son los centros focales de la narración.
Mariposas: Este cuento me remitió a los coleccionistas de bichos disecados, me trajo aquella impresión encontrada del que aprisiona y mata mariposas porque le parecen hermosas. Es un relato corto, contar cualquier detalle más de él implica quitarle sorpresa.
Conservas: En éste hallamos a una mujer con un embarazo evolucionado y sabemos que algo pasa, pues la mujer ya se ha cansado de consultar médicos cuando acude a una última cita y consigue el tratamiento que espera. Lo novedoso es la naturaleza misma del plan y lo que se persigue con él. 
Tiene mucho de esta técnica cortazariana de mostrar una pieza del rompecabezas y ocultar dos bajo la manga.
El cavador: -¿Va a cavar, don?-me miró. Instintivamente oculté la pala. Él parecía no reconocer en mí al hombre que yo había sido para él hasta un momento antes. -¿Va a cavar?-insistió. -Lo ayudo. Usted cava un rato y yo sigo cuando se cansa. -El pozo es suyo-dijo-, usted no puede cavar.
Papá Noel duerme en casa: Una historia, por momentos un poco cómica, de una crisis familiar vista desde la óptica de un niño. Lo interesante del relato es que el lector descubre cosas dentro del discurso del relator-niño-protagonista que éste mismo ignora. En su inocencia, trata de transmitirnos lo que está pasando, pero lo que está pasando es algo distinto de lo que él mismo cree.
Pájaros en la boca: ¿Qué pasa cuando la hija de un matrimonio separado comienza a devorar pájaros? Es una perfecta alegoría del estilo causa-consecuencia. Uno empieza a preguntarse qué significan los pajaritos y por qué los padres se echan la culpa entre sí. Es de múltiples interpretaciones y está escrito con mirada crítica e impersonal.
Última vuelta: Un relato sobre un hecho metafísico que termina revelando la verdadera identidad del narrador, el verdadero momento de la narración, llegando al final. Es breve y de rápida lectura.
El hombre sirena: Éste acusa un poco la frivolidad, la manera despreocupada de andar por la vida que tenemos los seres humanos, pensando que nada merece suficiente atención y que nada es lo suficientemente único. O quizás yo he ido demasiado lejos con la interpretación y es sólo una postal urbana con un hecho gracioso e irrepetible. Como el título indica, hay un hombre sirena en el cuento. La furia de las pestes: Es una narración con mucho texto tácito, con mucho que inferir a partir de los silencios y de las reacciones o e inacciones de los personajes

Samanta Schweblin (Buenos Aires – 1978) Egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA

La medida de las cosas: Se juega con la ambigüedad del lenguaje. Evidentemente pasa una de estas cosas: o se trata de un adulto con gravísimos problemas de madurez y un infantilismo patológico, o se trata de un niño que desarrolla, por momentos, actividades propias de los mayores. Me inclino a pensar lo primero, pero no hay ningún indicador que resuelva esta ambivalencia.
Mi hermano Walter: Creo ver una alusión solapada al optimismo y al materialismo. A esa manera egoísta de ser generosos o comedidos. Es fácil ser positivo con los problemas ajenos. ....Mi hermano Walter está deprimido [...] Una decena de personas lo llama por día para ver cómo está. [...] Y la gente habla como si mi hermano se alimentara de estupideces. Tía Claris, que siempre le busca el lado esotérico a las cosas más simples, dice que cuanto más deprimido está Walter más feliz se siente la gente que está alrededor.
Bajo tierra: Es un historia dentro de otra historia. Algo sobre un hueco insondable en la tierra y la desaparición de un grupo de niños. 
Cabezas contra el asfalto: Es el que más me ha gustado. Tiene una cadencia y un ritmo sostenido, constantes, una tensión bien administrada. De a poquito, con cada párrafo se va desenvolviendo la trama y, a la vez, la interpretación de la misma. La última página es el estacazo necesario para comprender todos los matices y las connotaciones, eso que está implícito, el acto individual reprensible que se alimenta del apoyo o el permiso del resto de la humanidad para evolucionar. Quizás solo sea la manifestación subjetiva de un individuo que extrae de la sociedad la violencia y la devuelve transformada en arte, un arte pernicioso y retroalimentario. Me recordó su otro cuento La pesada valija de Benavídez. 
La gente dice que soy un racista, un hombre descomunalmente malo, pero mis cuadros se venden por millones. 
Perdiendo velocidad: Este está un poco inasible, la verdad. No sé bien qué interpretar de esta pérdida de velocidad que deviene en la parada absoluta. Se pueden interpretar varias cosas, y es arriegado echar una. 
En la estepa: Una mujer ha intentado de todo para quedar embarazada y se ha sometido a muchos tratamientos, hasta que se entera que el matrimonio vecino, con idéntico problema, logró el objetivo. Está contado con el misterio del que habla sin tener en cuenta que el que oye (lee) no lo conoce, no se toma la molestia de aclararle de qué le está hablando, cuáles fueron las situaciones previas y todas aquellas cosas que son convencionales pero que quitan misterio y espontaneidad a la narración. 

En el video siguiente la autora habla de esta actitud escrituraria consistente en lo no dicho, en la no palabra. Es decir, en procurar no decir lo suficiente, dar lugar a la inferencia.

Samanta Schweblin. "Pájaros en la boca" from Canal-L televisión on Vimeo.

En la página web de la autora pueden encontrar algunos de sus cuentos publicados en El núcleo del disturbio y en Pájaros en la boca.

Samanta Schweblin. "Pájaros en la boca" from Canal-L televisión on Vimeo.

5 comentarios:

Joe dijo...

Hace rato que estoy buscando un nuevo libros de cuentos pero más actual, no de los clásicos, puede que haya encontrado uno con ésta obra.

Gracias.

jlg

Noelia A dijo...

Joe, a mí me encantó. Pero para estar seguro de que es más o menos lo que querés podés ir a la página de la autora y leerte alguno, así sabés cómo es su estilo. Un beso

Marisa dijo...

Surrealismo en estado puro me ha parecido percibir. Me gustan aquellos cuentos que obligan a una lectura profunda, interpretativa, y creo que el libro que presentas está en esta línea, Noelia.
Gracias por presentármelo.
Buen fin de semana.

Noelia A dijo...

Buen fin de semana, Marisa. Un abrazo

Silvia Santipolo dijo...

¡Hola! Participo de un Taller Literario donde leímos el cuento "Pájaros en la boca". Como ejercicio, me propusieron escribir una interpretación personal, con la pauta de que todas las oraciones comenzaran con el verbo en infinitivo. Escribí esto:
"Saber que soy adoptada y que siempre me lo ocultaron. Salir del encierro de un vientre materno hacia otra reclusión, otra jaula, otro living, otra caja, otra lata. Sentir que nunca saborearé la libertad. Suponer que mis padres saben que yo sé, pero no tener la certeza.
Vivir los tres encerrados en un secreto, que rompió su matrimonio y me sumió en el letargo. Desahogar mi impotencia comiendo pájaros, que pasen vivos por mi garganta hacia el sofoco estomacal de la muerte, como pasé viva por el canal de parto hacia la prisión de una familia moribunda. Querer regresar al útero, a la protección, aunque eso implique trepidar de huesos, dolor, gritos, sangre, por eso como pájaros vivos.
Impedir el trato directo y abierto con ellos, me dejan el pájaro en la jaula y voy hasta ahí, a saltitos como las aves, para tomarlo. Poner de esta forma un intermediario entre nosotros, una pequeña celda de alambre que encierra nuestros agónicos fracasos.
Vivir confinados en un secreto, del que sólo bastaría abrir la ventana para salir al jardín, pero no, las apariencias cuentan más. Abrir la ventana del living y traspasarla, como abrimos la puerta de la jaula, alcanzaría para ventilar nuestra enfermedad, pero no. Morir destrozada y agarrotada, como los pájaros, como la vida misma."

Saludos cordiales
Silvia

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