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lunes, 28 de marzo de 2011

Cuentos completos, parte 1, Flannery O'Connor

Los relatos de Flannery O'Connor tienen como escenario las tierras del sur de Estados Unidos, en especial Georgia, el estado donde nació. Georgia fue una de las localidades más afectadas económicamente por la Guerra Civil estadounidense. Los escenarios decadentes, las miserias humanas, el racismo y la pobreza aparecen enmarcados por la violencia y el encarnizamiento. 
Detrás del rencor y del envilecimiento general, en los personajes late una chispa de esperanza, a veces efímera y parpadeante, en algunos, me pareció, única e irrepetible.
Todos mis relatos tratan sobre la gracia en un personaje que no la desea, por eso la mayoría de la gente piensa que las historias son duras, sin esperanza, brutales.
Flannery O'Connor
Todos los personajes de Flannery O'Connor quieren ver, quitarse la venda de los ojos. Gustavo Martín Garzo
Influenciada por la literatura grotesca (se la cataloga dentro del llamado Gótico del sur), Flannery se propone despabilar al lector a sacudones. Sus personajes no son predecibles, porque en la construcción de ellos siempre faltan partes y porque no responden a estereotipos. No están hechos, se van haciendo. No se nos presentan al inicio con un curriculum de esmerada descripción, se nos abren a medida que actúan, hablan y piensan.
No se trata de una suma de seres patológicos, porque la patología no anuncia nada ni comporta conocimiento alguno. El mal es materia de elección, en tanto que la enfermedad no lo es. Y en estos relatos los personajes eligen, quieren ver más allá. Hay en ellos una especie de dignidad negra que los coloca más allá de la desgracia. Gustavo Martín Garzo
Los cuentos de O ' Connor no son complacientes, no se abandonan a resoluciones sospechables ni tienen piedad con el consumidor de finales felices. ....En este volumen se recogen todos sus relatos, aparecidos en revistas, libros, tesis. La mayoría de su narrativa permaneció inédita hasta después de su muerte. Por mi parte, su producción literaria constituyó un descubrimiento personal. La recomiendo.
El geranio: Este cuento reúne varios condimentos, por un lado se pinta la opresión que siente un hombre de campo, de edad avanzada, al ir a vivir a un departamento de ciudad junto a su hija. Por otro lado, está el choque generacional que eso supone. La idiosincrasia del viejo, racista, pero no más racista que cualquier miembro de la sociedad de su época, choca con la realidad circundante: un negro que no trabaja como sirviente en el departamento de al lado. Un negro que vive allí. Esta y otras eventualidades descubre el protagonista.
En lo estructural Flannery O Connor articula aquí una estrategia peculiar que se repetirá en otros relatos: hace una retrospección hacia el pasado, generalmente un hecho que el personaje recuerda a partir de un disparador del presente y luego, este mismo hecho, se encadena inesperadamente con el presente por su repetición, esta vez en un contexto e interacción distintos. En este cuento, el viejo Dudley rememora una época en que salía a cazar asistido por su fiel negro de compañía, resbala a un pozo y es ayudado por el criado a levantarse de allí. Mientras se va levantando nos damos cuenta de que está siendo asistido por el vecino del departamento, porque al viejo le cuesta subir las escaleras del edificio. Es una técnica muy usada en el cine, una especie de puente por medio del cual volver al presente.
Los nuevos valores igualitarios no han sido bien recibidos por esta parte de la población. Hay en el temple del viejo una mezcla de añoranza por ese sirviente negro de su juventud que le hace volcar la atención en esta otra persona del mismo color de piel, pero a la vez, una indignación rencorosa, un miedo a ser igualado, que se expresa en comentarios despectivos y esclavistas. 
El geranio es el primer relato de la tesis de posgrado en la carrera de Master de Creación Literaria de la Unversidad de Iowa.
El barbero: Este me ha gustado en particular. La condición moral humana queda bien plasmada en este relato, lo endeble de la ética, la desesperación del que ve, atónito, cómo la ignorancia lo sume todo en la injusticia. Aquí hay un negro que, si votara (porque a los negros no se los dejaba votar en cierta época), lo haría precisamente por el candidato racista y no por el inclusionista. Una paradoja, la única manera de que pueda votar es si viene el cambio de manos de las nuevas políticas de igualdad y abolición de la esclavitud. No es un cuento complaciente. Pero no es el negro el principal protagonista de la historia, sino el cliente que ha ido a la barbería donde éste se desempeña como empleado de limpieza. El barbero le pregunta al cliente por quién va a votar.
-¿Por quién vas a votar? -Por Darmon -¿Qué? ¿Aficionado a los negros? Rayber se revolvió en su sillón. No había esperado un planteamiento tan brutal. -No-dijo. De no haberlo pillado desprevenido le habría contestado: "No soy aficionado ni a los negros ni a los blancos".
.La obsesión por rebatir este cuestionamiento lo lleva a escribir con vehemencia un discurso para defender al partido político inclusionista ante la opinión desacreditadora del barbero.
Flannery O'Connor Estados Unidos (25 de marzo de 1925 – 3 de agosto de 1964)
El lince: Aquí hace breves incursiones en el pasado del personaje, recuerdos que evolucionan a medida que evoluciona el presente y se encuentran en un punto. Es la misma técnica del cuento primero. Se trata de un ciego que en su niñez presenció junto a su familia el acecho de un felino. 
La cosecha: Con aires de fantástico, narrado en tercera persona, presenta a una escritora que irrumpe dentro de su propia narración o que, caso contrario, es su narración la que irrumpe en su vida cotidiana. Esta circunstancia pone en ascuas la noción de realidad y está exquisitamente contada. Al inicio hay una transición del hecho narrado hacia la realidad, que se hace mediante el mismo ardid antes mencionado: una acción continuada desde una plano (en este caso ficticio en vez de pasado) hacia otro (real). Aunque al final no se sabe bien cuál es cuál.
El pavo: Los jóvenes que temen ser buenos, que siguen los modelos de la masculinidad y tratan de ser malos son personajes recurrentes en los cuentos de la autora. En este caso se trata de un niño que vislumbra un pavo en las cercanías y quiere asombrar a sus padres, trayéndoselos. Se larga a la carrera atrás del animal. Las volteretas, el cansancio, la frustración y las peripecias que lo hacen desistir e insistir alternadamente, tienen que ver con el discurrir de su pensamiento. ¿En qué piensa? En Dios. Lo acusa e insulta o lo aprecia y elogia según las venturas o desventuras de su cacería.
-Me cago en Dios-dijo en voz alta. Notó que la cara se le encendía y que de repente el pecho le golpeaba con fuerza-. Me cago en Dios santo-dijo con voz apenas audible. Miró por encima del hombro y no vio a nadie.
*
-Padre nuestro que estás en los cielos, mira pa atrás y chúpate un hielo-dijo riéndose como un tonto. Vaya, si su madre llegaba a oírlo, le rompía la crisma. Me cago en Dios, le partía la crisma como que hay Dios. El ataque de risa fue tan grande que tuvo que darse vuelta.
El tren: Se nos pinta la personalidad de Haze, un jovencito, y su viaje a su pueblo natal, allá donde vivió hace mucho tiempo. Los pasajeros del tren lo incomodan. Hay una inseguridad, una dificultad de comunicación que sale de relieve en sus devaneos y silencios, en su dubitación, en lo que sabemos que piensa y en lo que no es capaz de hacer. Quizás a la propia crisis de la adolescencia se le sume una más abarcadora y universal, un reacomodamiento social luego del impacto que produce la prohibición de la esclavitud, hay todo un paradigma social que colapsa. El racismo aparece mezclado con el recuerdo nostálgico. Al protagonista, el camarero negro se le antoja el hijo extraviado de un viejo sirviente familiar y no deja de acecharlo. Esta secuencia de búsqueda-añoranza seguida de recusación-repulsión es una constante. Se quiere al negro, pero desde un punto de vista servil y utilitario, se va en su búsqueda, como un amo tras su perro adorado. Pero cuando la realidad devuelve una imagen distinta de la del fiel criado, siempre relegado y subordinado, se reacciona con dolor y miedo. Hay una especie de paranoia, de impotencia y de indignación, pues la emancipación de los negros se vive como un descenso de categoría por parte de los blancos.
-Cash está muerto. Un puerco le pegó el cólera. El camarero se quedó con la boca abierta y observando a Haze con desdén, masculló: -Soy de Chicago, mi padre era empleado del ferrocarril. Haze se lo quedó mirando y se echó a reír: un negro empelado del ferrocarril; y rió otra vez y el camarero apartó la escalera [de la litera] con un movimiento del brazo tan brusco que Haze tuvo que agarrarse de la manta.
El pelapatatas: El humor y lo dramático se entrelazan. En medio del discurso de un vendedor de pelapatatas, un ciego con una joven se ponen a repartir volantes distrayendo y repeliendo a la clientela. Haze Motes, que no es el mismo Haze del cuento anterior, se afana en perseguir a los misioneros. A la vez, alguien más lo persigue a él: un chico que se dice solo en la ciudad y sin amigos, un joven confianzudo y hablador. Hay en esta historia una reticencia a ser tomado por creyente. El adolescente acosa a los misioneros, incomprensiblemente, y gasta demasiada energía en negar su fe como para ser tomado en serio.
El ciego no le hizo caso, siguió repartiendo folletos. Le dio uno a Enoch Emery, se acercó a Haze golpeándole en ángulo con el bastón blanco en la pierna. -¿Qué diablos te crees qu'estás haciendo?-gritó el vendedor de pelapatatas-. A esta gente la reuní yo, ¿quién te crees qu'eres pa venir a meterte aquí?
Ir a la parte 2.

1 comentario:

esthersanders dijo...

Me gustan los cuentos de esta autora, solo que tendría que encontrar el modo para ser narrados , lo que hacemos los cuenta- cuentos y, que mucho no agrada a los autores.

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