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jueves, 3 de marzo de 2011

El Minotauro sale a fumar un cigarrillo, Steven Sherrill

Es la primera obra del escritor, editada por vez primera en 2002. Se trata de una novela sencilla, de lectura literal y de trama casi lineal (al comienzo retrocede para explicar el arribo del Minotauro a la urbanización Lucky-U donde vive, un barrio de remolques). 
La imagen que presenta del Minotauro es humanizada. Su perfil, aunque parezca imposible debido a la cabeza de toro inmensa que sobresale de su cuerpo, es bajo. De personalidad dubitativa, de temple taciturno, es uno más entre los seres humanos. Se emplea en un restaurante y, salvo algunos incidentes con sus cuernos, no tiene más que reprochársele. Los que quedan mal en esta historia son los humanos, más que el propio y mitológico aludido.
El relator nos presenta a un trabajador ordinario, a excepción de la poca habilidad social y de su lenguaje casi nulo (se limita a diferentes inflexiones en su típico muuu y alguna que otra palabra suelta).
En sus fueros internos el Minotauro es un voyeur. Su humanidad mengua y aflora en unos ciclos que no puede controlar ni predecir. Presa de una timidez implacable y de una inseguridad casi patológica se ve bamboleado por los acontecimientos. Con frecuencia aparecen en el relato adolescentes descarados y crueles que se burlan aprovechándose de su falta de autoridad. 
El Minotauro es un experimentado cocinero y, además, un excelente mecánico. Pero detrás de ese mutismo y esa aparente indiferencia hay un ser pensante y, por momentos, bastante crítico:
El Minotauro detesta que la gente eche sus colillas en el hielo que queda en los vasos. 
Tiene algunos conflictos morales fugaces cuando lo cambian de la cocina al mostrador donde debe asar carne. Carne bovina.
La naturaleza caníbal de su nuevo trabajo le resulta innegable. Y otros tantos les sobrevienen al contemplar en su vieja TV en blanco y negro la masacre de un toro por parte de un torero: 
Cuando el puntillero acude con la corta daga de hoja triangular, cuando la clava en la base del cráneo del toro, cortando la médula espinal, el cuerpo del animal se sacude entre espasmos y sus patas pedalean en el aire. Y el Minotauro se hinca de rodillas. Ser un hombre significa ser capaz de eso. Objeto de reiteradas bromas y jugarretas, el pobre Minotauro a veces se enoja. Adora los niños, pero huye de la idiotez de los jóvenes.
En realidad él comprende la mentalidad borreguil de los adolescentes [...] Hace mucho tiempo que el Minotauro se dio cuenta de que las provocaciones como ésa tienen menos que ver con él que con la necesidad de despreciar a los demás en público, y que el mejor recurso es ignorarlas. 
Víctima de los malos entendidos, cuya falta de habla no es capaz de subsanar, termina metiéndose en problemas por enamorarse de una colega y acometer una acción en un momento inoportuno y de una forma incorrecta.
Acurrucado en el suelo, junto a la ventana, en una casa rodante en forma de barco en el sudeste de los Estados Unidos, el Minotauro no es un ser malvado, ya no. Capaz en su momento de horrores cataclísmicos es ahora, y únicamente cuando se lo provoca al límite, un ser que sólo inspira terror en los niños. [...] es un exiliado, poco más que un inválido, un desecho del proceso de la civilización. Tiene más miedo de sus propios cuernos y de los que estos puedan llegar a causar que de cualquier otra cosa. A fin de sofrenarlos, ha aplacado su temperamento, tanto, que su carácter resulta amistoso e inocuo. Es un hombre solícito, ayuda sin que se lo pidan y es desinteresado. Un buen tipo, se diría.
El idilio está relatado de una manera terrenal, con poco romanticismo, apenas a cuenta gotas. Las personalidades de los colegas y de los vecinos del Minotauro han sido muy bien definidas, sus reacciones son siempre coherentes con el tipo de perfil psicológico. Este libro fue recomendado por Hombre de Neanderthal

5 comentarios:

Marisa dijo...

No conocía este libro pero solo el título ya me parece una proeza de creatividad e ingenio. Me gusta esa inversión del mito, el animal humanizado y el hombre animalizado. Me gusta la metáfora que sugieres y que quiero recrear al leer tu espléndido (como siempre) análisis, Noelia.
En definitiva, buena recomendación la de Hombre de Neanderthal, porque este libro según lo presentas me parece que posee diversidad de lecturas y, todas ellas, profundas y generosas.

Un placer siempre leerte y aprender contigo, Noelia.
Un besito.

Nelson dijo...

Vaya Noelia, jeje.

Una pequeña joya entre tanta confusión editorial. Creo que la construcción de los personajes, los actos que los va dibujando es lo resaltante en esta obra. Ojalá otros la pudieran leer.

Anónimo dijo...

UNO DE ESOS LIBROS QUE DA PENA TERMINAR DE LEER. UNA DELICIA DE LECTURA

Anónimo dijo...

Acabo de terminarlo. Me ha conmovido, me ha enganchado,ha absorbido mi atencion completamente y a mi tambien me ha dolido que terminara. Profundo, crudo y bello. Un regalo.

Anónimo dijo...

Por cierto, el mio se titula 'el minotauro se fuma un pitillo'. Un saludo.

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