.

Sugerencia de la semana: Noche en el hotel, Slawomir Mrozek (microcuento)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Las intermitencias de la muerte, José Saramago


    De repente en el país (un país sin nombre, porque puede ser cualquier país) la muerte cesa su actividad. Nadie muere. Lo que al comienzo es motivo de alegría y jolgorio, no tarda en mostrar su lado menos amable. Todos aquellos negocios que lucran de la muerte (seguros de vida, empresas funerarias, etc.) caen en bancarrota. Crece la población, en demasía. Los agonizantes no tienen cómo escapar de su agonía perpetua. A este tipo de pacientes se les da un diagnóstico: muerte parada. En los hogares de la tercera edad los ancianos se hacinan en condiciones deplorables. 
    Diálogo telefónico entre el primer ministro y el cardenal:   
    "Cardenal: Sin muerte, óigame bien, señor primer ministro, sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay iglesia [...] cómo se le metió en la cabeza que dios podía querer su propio fin, es una idea absolutamente sacrílega 
    Ministro: Eminencia, por favor, créame, fue una simple frase de efecto, destinada a impresionar, un remate de discurso [...] sabe que la política tiene esas necesidades. 
    Cardenal: También la iglesia las tiene, señor primer ministro, pero nosotros meditamos mucho antes de abrir la boca, no hablamos por hablar, calculamos los efectos a distancia, nuestra especialidad, si quiere que le dé una imagen que se comprenda mejor, es la balística. [...] 
    Ministro: Qué hará la iglesia si nunca más muere nadie. 
    Cardenal: La iglesia, señor primer ministro, está de tal manera habituada a las respuestas eternas que no puedo imaginarla dando otras 
    Ministro: Aunque la realidad la contradiga 
   Cardenal: Desde el principio no hemos hecho otra cosa que contradecir la realidad, y aquí estamos ....Ministro: Qué dirá el papa
    Cardenal: Si yo lo fuera mandaría poner en circulación una nueva tesis, la de la muerte pospuesta. ....Ministro: Sin más explicaciones.
    Cardenal: A la iglesia nunca se le ha pedido que explicara esto o aquello, nuestra otra especialidad, además de la balística, ha sido neutralizar, por la fe, el espíritu curioso. "
    Pronto una familia doblemente afectada por la huelga de la muerte (con abuelo y nieto en condiciones de muerte parada) toma una iniciativa que sienta precedentes: en un acto caritativo, lleva a sus infelices moribundos a cruzar la frontera. Pues el desempeño de la muerte sólo se ve afectado dentro del perímetro del país. 
    Esta acción desata una seguidilla de casos en los que las familias llevan a sus enfermos terminales con muerte parada afuera de la frontera para que puedan expirar, dejar de sufrir. Una mafia de traficantes de pacientes no tarda en aparecer y sacar provecho de la situación. 
    Los problemas entre los países a causa de este entierro clandestino de muertos ajenos se convierte en un conflicto político. Los dilemas no pueden ser solucionados bajo amenaza de muerte, pues ésta última ya no existe. El chantaje aqui deviene en la amenaza de un coma permanente.
    El resultado final es que a todos les conviene que la muerte regrese (enfermos, ancianos, comerciantes, filósofos, políticos, Iglesia, etc). Hasta que ésta, finalmente, manda una carta anunciando su regreso.
    Las pesquisas para dar con la muerte, (que es en minúscula, como ella misma se hace llamar en la misiva), para hallar su paradero, para dar con ella, están contadas con un toque de comicidad.
    La humanidad sigue enojada con la muerte a pesar de su regreso o por su regreso, pero más que nada, porque ha cambiado su modus operandi. Intentado ser más humana, la dichosa muerte ha implementado un método de aviso. Manda una carta en sobre violeta a los que serán privados de la vida con ocho días de anticipación para que tengan tiempo de hacer sus trámites terrestres y de despedirse de sus seres queridos. Pero esto no hace más que causar pánico y sumir a la población en un estado de paranoia continua. 
    Cuál no será el asombro que sufrirá esta entidad llamada muerte cuando, una de las cartas de aviso anticipado, le venga devuelta una y otra vez. La crisis existencial que atraviesa la pobre muerte, por ratos humanizada, está trabajada con excelencia filosófica. 
    "...podemos sacar una idea del esfuerzo hercúleo que la muerte tuvo que hacer en las escasas veces que, por esta o aquella razón, a lo largo de nuestra historia común, necesitó rebajar su capacidad de perspectiva a la altura de los seres humanos, es decir, ver cada cosa de una vez, estar en cada momento en un solo lugar [...] .
    Cada paso que va dando, si le llamamos paso es para ayudar a la imaginación de quien nos lea, no porque ella efectivamente se mueva como si dispusiese de piernas y pies, la muerte tiene que pelear mucho para reprimir la tendencia expansiva que es inherente a su naturaleza, y que, dejada en libertad, enseguida haría estallar y dispersaría en el espacio la precaria e inestable unidad que es la suya..."
    Saramago nos hace partícipes de su escritura mediante una estrategia de apelación directa al lector. Es un guiño cómplice, un metalenguaje que nos sitúa en el mismo plano del proceso escriturario. Nos cuestiona acerca de qué nos parece si tal personaje hace esto o lo otro, aunque quizás sea mejor esto otro. Incluso consulta al hipotético lector sobre la conveniencia de utilizar un término, o la verosimilitud que se sacrifica al usar otro. Su novela está construida dejando ver los hilos de su procedimiento, sabiéndose novela, ficción, y, no obstante, convenciéndonos hábilmente del estado de cosas que se presentan en ella. 
    Se me ocurre comparar (y poner como ejemplo) estos dos episodios, el primero tomado de El evangelio según Jesucristo (soldados con orden de Herodes) Soldado 1Y se sabe por qué nos mandan a matar a todos los niños Soldado 2 El jefe no me lo ha dicho, creo que ni él mismo lo sabe, es orden del rey, y basta Soldado 1 Mira que somos desgraciados los de nuestro oficio, como si no nos bastara con practicar lo malo que la naturaleza nos dio, tenemos encima que ser brazo de la maldad de otros y su poder 
    (...) sea lícito dudar de la autenticidad de la filosófica reflexión, tanto en el fondo como en la forma, teniendo la más que obvia contradicción entre la notable propiedad de los conceptos y la ínfima condición social de quien los había pronunciado. El segundo, de Las intermitencias de la muerte:
    "Qué dirán los vecinos, preguntó, cuando descubran que ya no están aquí aquellos que, sin morir, a la muerte estaban."  
    En general la tía soltera no habla de una manera tan preciosista, tan rebuscada, y si lo ha hecho ahora era para no estallar en lágrimas... 
    El lenguaje que utiliza, (ante el cual admite que hay lectores acusándolo de salpicar de moho el texto) abundante en arcaísmos, no deja de ser novedoso para el lector contemporáneo, pues al haber caído en desuso los términos rescatados vienen, más que a enmohecer, a renovar (aunque parezca paradójico) el lenguaje. Lo obsoleto, lo que ya no se oye ni se lee, resulta innovador, a salvo de tropezar en lugares comunes y, teniendo en cuenta la riqueza de vocabulario del escritor en cuestión, le da realce y diversidad a la trama.     
    Es una novela que nos abre a la imaginación, nos fuerza a figurarnos un mundo en el que la muerte es una entidad con razonamiento similar al humano o que, a fuerza de frecuentarlo, termina adoptando juicios parecidos.
    Creo que para el único lector para el cual la lectura de esta obra (asi como cualquier otra obra del mismo autor) estaría contraindicada es para aquel religioso irreflexivo, que ve en el sentido crítico y en la lectura comprensiva de los libros santos un ataque a la religión, cuando no, una blasfemia contra Dios. A nadie se le ocurriría absolver a Caín de haber matado a su hermano, por ejemplo. Pero tampoco a ningún lector hábil y asiduo se le escapará la cuota de responsabilidad que tuvo Dios en ello (porque se dice que la Biblia es la palabra del mismo Dios), al mirar con mejores ojos la ofrenda de ganado que hizo Abel que la ofrenda de frutos de la tierra, que hizo Caín. A partir de este juicio de valor divino se puede deducir, creo yo, el tipo de preferencia del dios cristiano.
    A este tipo de lector que describí arriba le podría resultar fastidiosa esta novela. Para los demás es como agua fresca. 
    El resto de lo que ocurre en el argumento lo dejo al descubrimiento del lector. Las peripecias de la muerte, sus intermitencias, tienen razones de ser.
Saramago leía el libro Los cuadernos de Malta Laurids Brigge, de Rainer María Rilker, cuando le surgió la idea de escribir esta novela sobre el tema más trascendental de la vida: la muerte. ~ Saramago, una mirada triste y lúcida, Andrés Sorel

8 comentarios:

Marisa dijo...

La ironía, la crítica y el buen humor, tengo la impresión de que campan a sus anchas por este libro que me ha resultado muy, muy atractivo. Desde que publicas entradas de Saramago, cada vez se acrecienta la deuda que tengo con este autor al que siempre encuentro en la cola de espera. Pero después de leer tu entrada creo que se va a colar.

Creo que la descripción que hace de la actitud de la Iglesia ante "la muerte parada" es muy darwiana: o te acomodas al medio en el que vives(tesis de la muerte pospuesta) , o mueres. No tengo yo tan claro que actualmente esta institución haga exactamente eso...aunque mal no le vendría, en todo caso.

Todo elemento existe y tiene valor porque existe su contrario. Por tanto, no puede haber vida si no hay muerte.
Las reflexiones que has elegido de este libro me han resultado filosóficamente muy interesantes. Sin duda, se va a colar en esa fila de pacientes libros esperando caricias de ojos.

Gracias ,Noelia. Como siempre, un trabajo excelente.
Un abrazo.

Noelia A dijo...

Sí, Marisa, tal cual, es muy crítico, irónico y cómico de a ratos. Cuando lo leas (yo entiendo perfectamente lo de las listas de libros, yo tengo deudas enormes, jaja) vas a ver que lo vas a disfrutar.

Anónimo dijo...

Éste todavía no lo leí, está en mi lista de libros de Saramago a leer en algún momento. Pero hay tanto por leer, tanto por escribir y pensar, que no sé si me dará el tiempo de hacerlo todo.

Suerte

J.

Joe dijo...

Para con Saramago tengo deudas, muchas, sobre todo porque cuando leí El Evangelio según Jesucristo me hizo tomarle cariño a un personaje -que si bien no tiene la culpa de haber sido tomado como símbolo de una de las peores cosas que le ha pasado a éste mundo, le tenía "idea".

Como le gusta poner a todos los humanos en la misma altura y de ahí fijarse como funcionaria la sociedad (con el de la ceguera), es casi un "anti-igualdad", porque siempre sale todo bastante mal, obviamente esta ese granito de esperanza, ese núcleo de personajes que trabajan juntos. A mi no me alcanza, pero me encanta como escribe.

jlg

Noelia A dijo...

Dragón, es verdad. Recuerdo un consejo de Séneca a su alumno Lucilio, un conjunto de cartas, en que le decía respecto de los libros: "empieza por leer los más importantes, lo más probable es que no llegues a leerlos todos"
Bueno, hoy más que poco probable es una certeza lo de que no llegaremos a leerlos todos, hay una infinidad que excede el tiempo del humano sobre la tierra. Y para colmo, se vuelve muy dificil decidir cuáles son los "más importantes"

Joe, exactamente, eso viene a ser la muerte en este libro, un principio de igualdad que afecta a todos por igual (valga la redundancia), sea cual sea su rango, posición económica, etc.

Nelson dijo...

Lo que más puedo rescatar de Saramago, es esa rebeldía, muy bien disfrazada en ironías y contrapuntos, que se despliega en toda su obra.
Eso lo hace irresistible y vital. Y entiendo, bajo este mismo punto, esos arcaismos a los que te refieres. Por otro lado, el fraseo con que construye sus obras es excelente.

Noelia A dijo...

Es cierto, no lo había pensado por ese lado, Nelson, puede que el uso de arcaísmos sea una rebeldía. Pero qué bien le queda.

Fashion Lover dijo...

Muy buen libro de José Saramago, me encanta.

Puedes ver más en:

http://sumergidaenlibros.blogspot.com/

Saludos!

Publicar un comentario

Todos los comentarios llegan al mail y son leídos, sin importar la antigüedad de la entrada. Sus consultas también son bienvenidas.