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Sugerencia de la semana: Noche en el hotel, Slawomir Mrozek (microcuento)

martes, 14 de septiembre de 2010

El último hombre, Mary Wollstonecraft Godwin (Mary Shelley)


    Es la introducción una excusa para relatar acontecimientos del futuro, pues la autora apela a una excursión que hizo con un amigo, en la cual un guía le indicó una cueva inexplorada del terreno, de la que se cuenta, con temor y recelo, que es la mismisima cueva de la Sibila. Ella, se adentró en dicha cueva y encontró, apilados y en desorden, un montón de manuscritos de una antigüedad imprecisable y de un valor incalculable: se trata de las propias visiones de la Sibila plasmadas en papel, en distintos idiomas y con lenguaje críptico. Así, advierte al lector que haciendo sus mayores esfuerzos por decodificar aquellos manuscritos ha escrito ese libro, el que se detalla en tres volúmenes, en primera persona, bajo el narrador que es Lionel Verney, un habitante del siglo XXI. 
    .Lionel Verney, narrador testigo por momentos, y protagonista de a ratos, narra su propia historia y la de los demás. Resulta indudable, frente a este tipo de relator, quién será el último hombre. Lionel y Perdita son hijos de un noble venido a menos, desheredado y desprestigiado por su vida licenciosa, cuyo rey, influido por su esposa, ha sabido denigrar y destituir sus facultades y privilegios de aristócrata. Huérfanos Perdita y Lionel, en la absoluta miseria, tienen por ventura encontrarse con el conde hijo de aquel rey (otrora mejor amigo de su padre). El resentimiento y la bronca calan profundo en el protagonista, quien durante sus diecisiete años de vida ha culpado a la familia real de todas sus miserias y desgracias. Sin embargo, ese odio nato se transforma de manera instantánea cuando, un encuentro fortuito con Adrián, le hace cambiar de opinión, pues éste lo reconoce, lo acoge en su morada y le devuelve los privilegios de que había sido privado. Se convierten en grandes amigos. 
    En Adrián la autora parece haber volcado una ideología bien clara. Con él, sede de la sabiduría prematura, se promueve la cordura, la sensibilidad, la erudición, la respuesta pacífica ante los conflictos políticos entre países, el altruismo, el desprendimiento, la consciencia de igualdad (Adrián es republicano, aunque eso le desfavorezca, pues el advenimiento de la república implicaría abjurar de sus propias ventajas como noble) y la lucidez de espíritu. Adrián es débil de cuerpo, enfermizo, menudo, casi tiene la misma fragilidad física que la autora le adjudica a la mujer. Y sin embargo, como a la mujer, lo dota de empatía, sensibilidad, aversión por la violencia, bondad y generosidad. Carece del egoismo y la vanidad viril que, con frecuencia, y con eufemismo, adosa al sexo masculino. 
    Oraciones de una gramática resuelta, una fluidez y constancia envidiables. Lo único voluble son sus personajes, presas de sus ánimos y sus revueltas internas (Sturm und drang, el movimiento precursor del Romanticismo, quiere decir, en alemán: tormenta e impulsividad) que los llevan a traspasar, por momentos, las barreras de la sensibilidad y a devenir en frágiles, susceptibles, hiperbólicos. Hay una proclividad a dejarse manejar por los sentimientos. Existe una tensión entre la razón y el corazón, entre la cortesía y el instinto, entre la lógica de la probabilidad y los presentimientos recónditos. El movimiento romántico se caracterizó por la exaltación de la sensibilidad. La sensibilidad es aquí el bien más preciado. Redunda la descripción del diálogo interno de los personajes, sus emociones, sus pasiones, sus miedos, sus presentimientos, así como el carácter particular de cada uno de ellos, sus ideologías y sus puntos débiles. 
    La naturaleza es solidaria con los estados anímicos: si la felicidad predomina, los paisajes son floridos y primaverales; por el contrario, si el temor, el peligro o la melancolía sobrevienen, las escenas se transforman en sórdidas, tenebrosas o estériles. Hay largos párrafos dedicados a la minuciosa explicación de cómo se siente alguien en determinada circunstancia y de cómo habría procedido de ser otra la situación, incluso la exposición de las causas que lo llevan a ser como es, etc. La idea de un determinismo genético aparece como una puntita de iceberg, delatora de los prejuicios de la época. ....Hay profusión de citas: Bacon, Byron, Percy Shelley, Shakespeare y clásicos del mundo griego y romano. 
    La política juega un papel importante en la trama. El debate presenta una disyuntiva: la república o la monarquía. Está claramente a favor de la primera, en tanto que ella representa, en voz del republicano Rylan, una aristocracia para todos, todos tendrían con la república los mismos derechos de instrucción y de refinamiento, asi como de trato; una igualdad de derechos sin privilegiados, o más bien una igualdad en que todos lo serían. Se percibe, sin embargo, y casi en contradicción con este punto, un deseo interno de nobleza por parte de los protagonistas de la historia. La caída de la aristocracia es inminente. Y aunque éste es el objetivo moral que se persigue, no deja de vivirse con nostalgia y perturbación. Hay una complacencia en las normas de conducta socialmente intachables, en la cortesía, en el virtuosismo; incluso en el heroismo. El joven Raymond, por ejemplo, persigue la gloria a toda costa, y prefiere la muerte segura que le depare la inmortalidad en la memoria histórica que una vida larga y feliz junto a su esposa e hijos. La entrada en la ciudad de Santa Sofía, atacada de la peste, es practicamente un suicidio. Pero para él vale la pena, vale la pena apoderarse de la ciudad musulmana (de la que todos los islamitas han huido por la enfermedad), recuperarla para Grecia, pasar a la eternidad como conquistador y valiente. Para eso le hacían la guerra, para conquistar territorio invadido de mahometanos. Hay algo wherteriano en ese sacrificio. Es un suicidio, un sacrificio no del todo necesario, más producto de la ambición personal (una conducta tendiente a probar y demostrar la valentia, un comportamiento temerario) que de un acto de altruismo o de patriotismo, aunque nos lo pinte la autora como esto último. El obstinado Raymond es un personaje clave, un adinerado de buen linaje al que describe, muchas veces, como una persona galante, pero con un rictus despreciativo en la sonrisa. Aún así, se nota cierto cariño hacia este personaje, cierto trato indulgente y hasta la exaltación y entronización de su persona, hasta el extremo de erigirlo en héroe. Y sin embargo, la guerra no justifica el fin. Uno de los seis personajes centrales del libro, Adrián, amigo de Raymond, refiere:
    "¿Creéis que entre los gritos de la inocencia violada y la infancia desesperada, no oía yo, con todos mis sentidos, el llanto de mi prójimo? Antes que mahometanos, quienes ahí sufrían eran hombres y mujeres, y cuando se levanten sin turbante de la tumba, ¿en qué, excepto en sus acciones buenas o malas, serán mejores o peores que nosotros?" 
Y luego: "Me volví hacia la tierra cubierta de cadáveres y sentí vergüenza de mi especie. "
    Voy a citar un segmento que me recordó a Graham Greene en su descripción de la niña Coral Felows:     "No hay visión más dolorosa que la de un niño preocupado prematuramente. "
    Parece ser que las calamidades tienen el poder de trastocar la inocencia de los niños, de adelantar preocupaciones y ocupaciones propias de los adultos.
    "La naturaleza, nuestra madre y nuestra amiga volvía hacia nosotros su rostro amenazante. Nos demostraba sencillamente que, aunque nos permitía asignarle leyes y someter sus poderes aparentes, ella, moviendo apenas un dedo, podía hacernos temblar. [...] Y a pesar de todo ello nos llamamos a nosotros mismos señores de la creación, dominadores de los elementos, maestros de la vida y de la muerte, y alegamos, como excusa a esta arrogancia, que aunque el individuo se destruye, el hombre perdura siempre. " 
    Es un libro apocalíptico, catalogado dentro de la ciencia ficción. Escrito en 1826, narra acontecimientos de 2074 hacia adelante. Cuesta, sin embargo, persuadirse del estado de cosas que se presentan, porque somos los actores del siglo xxi a que ella alude y las cosas se han desarrollado mucho más de lo que la imaginación fecunda de dicha autora habría podido concebir, a pesar de las dotes previsoras de las cuales da claras muestras. La guerra aparece como un enfrentamiento a caballo, con mosquetes y cañones en sus textos. Los viajes se realizan en barco y en globo (un globo dotado de alas y plumas). El decoro y otras pautas de recatamiento que perviven en la trama hoy en dia ya no existen. Escasamente quedan paises en donde la monarquia cumple un rol ornamental, tradicional que, aunque con privilegios y autoridad, ya no goza del poderío y la tiranía que se pretenden. ....El rol de la mujer no está más relegado al mero desempeño doméstico y a la crianza de los niños tal como ella la pinta.     Hay que reconocerle, no obstante, cierta inclusión del género femenino en la vida activa, aunque nos presente dichas instancias como un desenlace accidental o meramente excepcional. Para su siglo el solo hecho de que la autora, siendo mujer, aspirara a congraciarse como escritora, es todo un avance. Nos muestra a una mujer disfrazada de soldado que integra las filas de combatientes. Es la noble Evadne, a quien su amor furtivo por Raymond la lleva al extremo de disfrazarse de soldado para seguirlo. Y, aunque Mary considere que una mujer que pretende desarrollar un rol tan masculino como el de combatiente solo está disfrazada, eso no cambia el hecho de que una mujer vaya a la guerra en estas páginas. 
    Por otro lado, dice: 
    "Los escritores que han imaginado un reino de paz y felicidad en la tierra, han tendido a situarlo en un paisaje rural, donde el gobierno se halla en manos de los ancianos y los sabios." 
    Lionel, mano derecha del nuevo Protector que es Adrián, se dirige en búsqueda de estos ancianos sabios, pero lo que encuentra es una anciana sabia.
    "En la aldea de Little Marrow vivía una anciana que gobernaba de tal modo la comunidad. [...] Entraba a la casa de los enfermos y aliviaba sus sufrimientos con sus propias manos. [...] La esperanza, aseguraba, era mejor que la receta de un médico, y todo lo que sirviera para mantener el ánimo valía más que los remedios y las pócimas.
    Vean qué adelanto invaluable para principios del siglo XlX estas insinuaciones. Hoy es cosa comprobada cómo influye el estado anímico en la salud y cuánto contribuye al sistema inmunitario un ánimo alegre. 
    Otra mirada premonitoria, sin duda, es la que atañe al cambio del clima: 
    "Los vientos de suroeste trajeron lluvias, y más tarde salió un sol que, burlándose de las leyes naturales, parecía abrasar con fuerza estival a pesar de lo temprano de la estación [invierno]"
    Narra cómo el horror ante la peste trae también aparejado una siniestra fascinación, cómo el temor de la muerte segura activa en las personas un mecanismo de olvido permanente que los lleva a vivir el presente desentendiéndose de cualquier norma de cortesía, respeto o decencia. 
    "La ayuda médica era difícil de conseguir, así también como los alimentos, y los seres humanos, no refrenados por la vergüenza, pues sus conciudadanos no los observaban, se entregaban en mayor medida a fechorías o sucumbían con mayor facilidad a abyectos temores. " 
    El caos por la epidemia y la peste en si misma diezman a la población. El trabajo no tiene sentido, pues existe en la población la certeza de la muerte próxima.
    "Sólo existían un bien y un mal en la tierra: la vida y la muerte. La pompa del rango, la idea de poder, las posesiones de la riqueza se esfumaban como la neblina [...] Un mendigo vivo había llegado a valer más que una asamblea de nacional de lores muertos [...] Y había tanta degradación en todo ello... Pues incluso el vicio y la virtud habían perdido sus atributos. " 
    Aquí un episodio llamativo. Todo lo contado sucede en el mundo, pero el personaje relator lo cuenta desde Inglaterra, lugar a donde la peste llegó con retardo, por estar más aislada de los demás países debido al mar. He aquí que la gente, huyendo de la peste, abandonaba sus países y, sabedora de que en Inglaterra todavía no se diseminaba con la virulencia con que había atacado en territorio propio, se dirigían allí en grandes grupos. Lo curioso de esta escena, es que los que llegan ahora son norteamericanos, y la autora nos los pinta así: 
    "Con todo, las tragedias menores y aisladas estaban a punto de rendirse ante un interés más poderoso [...] una tempestad más poderosa que los vientos se alzó sobre nosotros, una tempestad criada por las pasiones del hombre, alimentada por sus más violentos impulsos, inédita, terrible. Varias personas procedentes de Norteamérica, reliquias de aquel populoso continente, habían zarpado [...] Varios centenares arribaron a Irlanda [...] y tomaron posesión de todas las viviendas [...] y se hicieron con el excedente de alimento y con el ganado suelto. Cuando agotaron toda la producción del lugar, se trasladaron a otro. [...] Embarcaron rumbo a Inglaterra [...] el espíritu indómito las hacía proclives a la violencia. se jactaban de echar de las casas a sus dueños; de ocupar mansiones lujosas cuyos nobles habitantes se habían encerrado por temor de la peste; de obligar a aristócratas de ambos sexos a trabajar para ellos como criados y proveedores. Y todo ello hasta que, consumada la ruina de un lugar, en su avance de plaga de langostas, llegaban a otro. " 
    Yo digo, eureka. ¡Qué atino! 
    El ser humano se extingue, lenta y certeramente. Los sobrevivientes vagan de país en país persiguiendo el invierno, pues es en esta estación cuando la epidemia disminuye su ferocidad, remite.     "El apetito de la muerte crecía, pues su alimento menguaba. [...] Las naciones ya no existían." 
    Un grupo de personas sobrevivientes, que no llegaba a mil, se unen bajo un solo mando, el de Adrián, quien se autoproclama Protector, pues el parlamento ya no existe, los dirigentes se esfuman, en la iglesia no queda nadie. Sobreviene entonces la búsqueda de sobrevivientes en los demás países. El grupo se dirige a Francia, donde existen dos facciones: la de un reducido grupo de personas que pertenecen a una secta llamada Los Electos y la de la demás gente, que la desprecia. El que regenta esta secta es un impostor, que aprovecha la desesperación para hacerse con el poder. 
    "Es un hecho curioso pero incontestable que el filántropo que ardiente en su deseo de obrar bien, paciente, razonable y gentil, se niega recurrir a más argumentos que la verdad, influye menos en la mente de los hombres que el que, avaro y egoísta, no renuncia a adoptar ningún método, a despertar ninguna pasión, a difundir ninguna falsedad, si ello supone el avance de su causa."
    El primero, sería Adrián, cuya diplomacia logra disuadir la reyerta que lleva a las armas a ambos bandos. El segundo sería el falso profeta. La fascinación ciega de sus fieles queda descripta en esta oración: 
    "Los hombres necesitan hasta tal punto aferrase a algo que son capaces de plantar las manos sobre una lanza envenenada. " 
    Finalmente quedan cuatro humanos en el mundo: Adrián, Lionel Verney, Evelyn (hijo de Lionel y Idris) y Clara (hija de Perdita Y Raymond) 
    Pero en uno de los viajes una tormenta marítima hace naufragar la nave, y el único que se salva es Lionel, quien se dedica a vagar por el mundo en busca de algún sobreviviente de la raza, aunque con la seguridad de que es el único. La soledad del último hombre es enloquecedora, éste se aboca en escribir en los muros de Roma, en los monumentos de Francia y en todo sitio donde puede, un mensaje de que existe, y de que espera que alguien lo lea, que alguien más exista. 
    En el 2100 se acaba la raza humana. 
    De la escritora de Frankenstein o El nuevo Prometeo, llega este libro recientemente traducido al español y editado por la editorial El cobre en 2008 ( de aquí que no lo hallara yo nunca, a pesar de buscarlo con ahinco en cada libreria y en cada biblioteca que tuviera la oportunidad de visitar desde hace diez años) 
    Es recomendado para quien tenga la paciencia de lidiar con detalles minuciosos del ánimo y los sentimientos que embargan a los personajes de la trama (a veces, afectadísimos); quien tome con naturalidad la demora en pormenores y en detalles de la relación de amistad y/o de amor que entre los personajes se dan. A quien no saquen de quicio las hipérboles, el lenguaje declamativo y el ubi sunt. Por último, a quien el Romanticismo (entendido como movimiento literario, no como tendencia idílica en las letras)y sus características no le resulten densas, pues esta novela es un buen exponente de él.

9 comentarios:

Marisa dijo...

Excelente descripción la que has hecho del Romanticismo como tendencia literaria, y Mary Shelley es uno de sus máximos exponentes. El libro que analizas es muy apetitoso y más para los amantes como yo de este período literario donde lo importante era soñar entre una naturaleza que traducía a la perfección los estados de ánimo del hombre. La comunión sentimientos-naturaleza es perfecta en el Romanticismo, y de ella se nutrió no poca literatura que vino después.

Muy completo, ameno e interesante tu análisis, Noelia. Con tus entradas, la lista de libros que deseo leer aumenta cada vez más.
Buen trabajo.
Un abrazo.

Noelia A dijo...

Gracias, Marisa. Trato de dar una reseña buena y completa para que el lector sepa si comprarlo o no. Sobre todo a este, que aquí en Argentina no lo he conseguido, lo he tenido que imprimir de la página que puse en la entrada, pues no lo encontré en libreria alguna. Y mandarlo a pedir a España... te figuras el gasto.
Además es una obra muy muy extensa, es mejor que el que caiga en este comentario se asegure mediante él si le cuadra o no la obra antesd e embarcarse en su lectura.
Me alegro que te haya gustado el post, y que te sea útil.
Saludos

Nelson dijo...

Este post me ha abierto la idea de que quizá llegue a leer la obra. Lo digo de esta manera, porque el romanticismo, generalmente me aburre. El genial Bryce dijo que, el verdadero lector, el apasionado de la lectura busca un distanciamiento temporal de lo que lee... Quizá tenga razón.

Joe dijo...

Es romaticismo puro, me gusta esa etapa artística, esa isla en el mar, es punto aparte en el arte por la importancia, que como bien señalas, se le dan al entorno en el cual los personajes desatan sus ideas y pasiones. La naturaleza, que es en lo único que realmente creo, es tan parte de la historia, es incontrolable, bella y depresiva, destructiva y originaria. Amo el romanticismo.

Hay una fuerza en Shelley que otras autoras no han tenido (tal vez Wolf), yo he leído su Frankestein y llego a enfermarme del estomago la presión que te hace sentir, lo recuerdo y no puedo creer como no atribuí ese mareo al libro en ese momento).

Maravillosa reseña, como siempre, Noe!

jlg

Anónimo dijo...

No tenía ni idea de que la autora hubiera escrito algo más allá del libro del incomprendido Franky. ¿Será uno de esos casos en los que el libro se come al autor o será ignorancia liza y llana?

Saludos

J.

Noelia A dijo...

Claro, Dragón, a veces una obra descolla tanto que encandila y deja sin protagonismo a las otras obras del mismo autor. Puede ser eso, quizás. O la polémica que despertó por ser que una mujer estaba obteniendo reconocimiento en el campo intelectual. Viste que muchos lectores descreídos y prejuiciosos (de la época) adjudicaban la obra a Percy Shelley, creían que ella era incapaz de haberla escrito, por ser una mujer. En fin, muchas cosas. Pero también puede que no se escuche mucho de ella porque no están traducidas al español. Esta obra fue traducida en 2008 por primera vez.
Tiene varias obras, en definitiva seis o siete. Sin contar la recopilación de cartas. Pero ni idea cuales han sido traducidas al español y cuáles no.

Anónimo dijo...

Bueno, si te interesa la autora, aparece como personaje en la novela ''Frankenstein desencadenado'' de Brian W. Aldiss, es ciencia ficción, aclaro por si no te interesa el género.

Saludos

J.

Noelia A dijo...

Debe estar muy interesante ese libro. Anoto el dato.
Por lo general, me gustan todos los géneros, mientras tengan calidad.

Gracias!

Roberto dijo...

tus reseñas de libros son deslumbrantes...te empapas de verdad, bajas hasta el fango a contarnos las estrellas

un beso

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