No sé si Daniel Pennac incluyó entre los derechos del lector el de leer el volumen número dos sin haber leído antes el número uno, pero creo que, de todas formas, habrá estado incluída de manera tácita esta permisividad. Bueno, si se tratara de una novela en dos partes sería algo objetable hacer un post de la segunda parte sin saber las consecuencias narrativas que derivaron en ella, pero como estos son cuentos, y los cuentos, a menos que pertenezcan a una serie de historias correlativas y consecuentes, son unidadades autónomas, se pueden analizar independientemente.
La cuestión es que encontré este tomo en la biblioteca, de manera fortuita, y si estaba la recopilación antológica anterior, no la vi, ni la busqué. Se trata de un compilación hecha por Josh Patcher, un conjunto de dieciocho relatos en total, escritos por distintos autores norteamericanos a los que se les ha pedido que escogieran el que consideraran el mejor cuento de intriga de toda su producción literatia.
Lo cierto es que son relatos muy entretenidos, simples de leer y llenos del suspenso, característica que saben explotar las narrativas enfocadas en los crímenes, en sus pormenores, su resolución, sus causas y todos los misterios que puedan derivar de ellos. Siempre expermimento una sensación similar a la de resolver crucigramas cuando leo relatos de este género. La diferencia es que muy pocas veces logro identificar al asesino y al final de las historias siempre me termino sintiendo algo inepta (quizás esa sea la intención del escritor, engancharnos como bobos por sospechar de la persona incorrecta o por no ver las evidencias que tenemos en las narices), pues no importa cuánta atención ponga en el relato y en sus detalles, parece que no se trata de estar alerta, parece que más bien se trata de procesar distinto la información a la hora de intrepretar la realidad. Eso es lo que tienen los buenos agentes, los detectives y todas las personas que desentrañan la verdad en estos cuentos, un hábito consistente en una rigurosa concordancia a la hora de inspeccionar escenas, comparar testimonios y decodificar gestos, además de una envidiable memoria capaz de notar las más mínimas contradicciones. Muchas veces, los que resuelven los crímenes, lo hacen a partir de detalles que, a ojos del simple lector, aparecen como insignificancias.
Verosímiles son, a mi juicio, todas las historias; quizás un poco menos la de Edward D. Hoch.: El capitan Leopold en un cuarto cerrado, por la increíble premeditación que exige y las artificiosas estrategias que refiere, pero incluso ésta es sucedible, en tanto que la realidad siempre tienda a superar a la ficción, y haya en el mundo un buen puñado de trastornos psicológicos. Si son compatibles con las normativas reales y vigentes de investigación y con los aspectos tanto técnicos, como legales y de otras naturalezas, eso ya no lo sé, pero creo que la literatura no necesita ser ortodoxa en este punto; de otra manera sólo las personas que desempeñaran cargos relacionados estarían acreditadas para narrar historias de esta índole.
....En algunos casos los cuentos se vuelcan a descubrir al asesino, y en otros a encontrar evidencias que lo incriminen o lo absuelvan, pero prevalece la primera opción; en la mayoría de las historias lo que importa es saber quién y para eso es necesario apelar a otras preguntas: cómo, por qué, cuándo, dónde, e incluso quién no. A este respecto es que a veces el cuento concluye con el descubrimiento del verdadero asesino y se nos deja sin saber cómo diablos va a probar el investigador (que ha llegado al descubrimiento a partir de razonamientos lógicos y no de evidencias tangibles) que efectivamente fue él. Pero eso ya no nos importa porque hemos resuelto el crucigrama, hemos despejado x y tenemos la satisfacción de asistir al misterioso procedimiento mediante el cual se ha llegado a la verdad.
....Hay historias que dan un vuelco al final, que nos sorprenden, otras en las que no muere nadie porque el crimen ha sido frustrado magistralmente por la víctima, este es el caso de La segunda profesión. Tenemos un relato en que el asesino confiesa al principio, pero cuál de todos los que confiesan: Alguien está diciendo la verdad. El misterioso caso del Capitan Leopold el que la mató sin matarla. Invitación a un crimen, en el que una viuda invita a un grupo de abogados presenciar el asesinato de su esposo, previa tarjeta en sobre cerrado.
....Lo interesante es que a cada cuento le precede una carilla en la que el propio escritor comenta por qué lo ha elegido, de entre su stock de cuentos, como el mejor relato.
....Hay quien cuenta la situación en la que le surgió la historia, como en La casa de adecuada:
"El argumento de este cuento surgió en un restaurante barato (...), oí que la mujer de la mesa contigua se quejaba a su acompañante de su madre, una señora de avanzada edad, que se empeñaba en vivir sola en un enorme caserón vacío, y que deliberadamente exigía un precio demasiado alto por la propiedad, con el propósito de demorar su venta todo lo posible."
Algunos confiesan otras cosas. Así, por ejemplo, James Yaffe dice:
"Jamás quedo completamente feliz cuando acabo una historia de detectives porque no puedo considerarla del todo seria; es decir siento que no encara temas de importancia universal, ni muestra personajes de verdadera complejidad y profundidad, ni proporciona una versión vívida, detallada y comprometida del mundo real. "
"Los cuentos detectivescos no estan interesados en despertar nuestro temor ni nuestra compasión, ni en hacernos penetrar en profundidad en los interrogantes humanos más complejos; solamente se interesan por despertar la curiosidad."
Y yo repito que hay muchos tipos de literatura, y muchas intenciones al ir a leer, y que no necesariamente puede haber un concepto que aúne todas las formas de expresión que constituyen a la literatura; adjudicarle una cualidad estética a su forma por toda definición, o insistir en la estructuración como característica universal y absoluta, me parece erróneo. Ya Terry Eagleton se encargó mejor del asunto. La literatura es según la pieza que se tenga. En algunos casos predomina lo estético, en otros el compromiso social y, en algunas ocasiones, se fucionan; eso cuando no predomina alguna otra cualidad. En el caso de Recuerdos de mi madre y El esclavo liberado, aspectos de fuerte compromiso social se mezclan con una destreza lúdica a la hora de relatar los acontecimientos.
Aquí les detallo los relatos que contiene esta antología y sus respectivos autores. Los azules, siempre, mis preferidos:
La casa adecuada, por Henry Slesar.
Adiós, pa..., por Joe Gores.
El capitán Leopold en un cuarto cerrado, por Edward D. Hoch.
La segunda profesión, por James Holding.
La muchacha que vendía dinero, por Dan J. Marlowe.
Un problema de faldas, por Florence V. Mayberry.
Primer delito, por Ed McBain.
Alguien está diciendo la verdad, por Patricia McGerr.
Azabache, por Francis M. Nervins, Jr.
Invitación a un crimen, por Josh Pachter.
Siete pequeñas cruces en una agenda, por Georges Simenon.
Una mera trama de jacintos, por Julian Symons.
El esclavo liberado, por Lillian de la Torre.
B., de botín, por Lawrence Treat.
Recuerdos de mamá, por James Yaffe.
Un hermoso espectáculo, por Janwillem van de Wetering.
El cuarto cerrado, por Peter Lovesey.
El hombre incontenible, por Michael Gilbert.
7 comentarios:
Has definido muy bien la lieratura de intriga o de suspense: es como ir resolviendo un crucigrama. A mí, en ocasiones, me pasa lo mismo que a ti en este tipo de relatos: me siento como hábil o aguda por no haber pillado la evidencia en las páginas anteriores, antes de llegar al final y encontrar la solución. Esto suele ocurrir con la buena literatura de suspense, porque también, todo hay que decirlo, existen relatos de suspense que aburren desde su primera página porque ya intuyes rápidamente el final: es como hacer un crucigrama teniendo al lado la solución.
El libro que propones, y como lo propones, me parece muy interesante. A ver si en estos días de vacaciones que ya disfruto me pongo al día con esos libros pacientes de los que te hablaba en una ocasión.
Aprovecho para desearte mis mejores deseos de felicidad para estos días que vienen.
Muchos besos, Noelia.
Marisa, espero que pases lindas vacaciones y disfrutes el tiempo libre haciendo lo que te gusta. A los que nos gusta leer, siempre se nos acumulan libros pendientes.
Un beso grande, y felicidades para vos también. Que la pases en tranquilidad y armonía, y que recargues las pilas para el año que viene.
Una abrazo.
No sé por qué, pero las recopilaciones de autores siempre me dejan con gusto a poco, con la sensación de que no estamos leyendo lo mejor de cada autor, sino lo que otro (el compilador) eligió para que nosotros leyeramos.
Y eso, no siempre es bueno.
Saludos
J.
Verdad es, Dragón, aunque en este caso lo que el compilador eligió no fueron los relatos, sino los autores que conformarían la antología. Los relatos fueron elegidos por los propios autores, eso es lo novedoso. Aunque, claro, toda selección es subjetiva y pueden gustarle o no al lector.
Saludos
Sería entonces como la antología personal de Borges, en la él elegió lo que según su criterio era lo mejor de su obra hasta ese momento. Y la verdad es que dejó afuera cuentos muy buenos...
Todo es subjetivo.
Saludos
J.
Exactamente. Un beso
Agradable descubrimiento del que tomo nota. No ya del libro sino del blog...
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